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Excélsior

Las democracias son mortales. Ésta es una de las certezas más notables que quedan después de leer a Aristóteles y a los pensadores griegos, afirma el historiador Enrique Krauze, quien en su nuevo libro de ensayos, El pueblo soy yo, recurre a la filosofía, a la literatura y a la historia para comprender mejor el presente político de México y América.

Quise justamente apartarme de la coyuntura. Mi libro es un intento de introducir perspectiva histórica en nuestra realidad. Estamos tan inmersos en una coyuntura áspera, dura, ríspida, que se ha perdido la capacidad de meditar. Hay que ver las cosas con profundidad”, comenta en entrevista con Excélsior.

En el volumen publicado por el sello Debate, que se presentará el 26 de abril en el Club de Industriales de la Ciudad de México, el escritor y editor hurga en las raíces de la cultura política latinoamericana para saber por qué el subcontinente ha sido tierra de caudillos, dictadores y redentores, cuál es nuestro concepto de Estado o por qué nos ha sido difícil arraigar instituciones, leyes y valores liberales.

Éste es un libro contra la entrega del poder absoluto a una sola persona”, aclara y advierte sobre los peligros que esto implica, a la vez que defiende la libertad, el debate, la pluralidad y la tolerancia.

REVERENCIA DEL PUEBLO AL MONARCA

 

Al ingeniero industrial por la UNAM y doctor en Historia por El Colegio de México le preocupa la acumulación del poder en una sola persona porque, después de tres siglos de dominación española, explica, “está en nuestro ADN esa reverencia del pueblo al monarca, esa entrega de todo el poder al monarca”.

El concepto de Estado que se materializó en México durante el siglo XX, agrega, frenó la democracia. “Andrés Molina Enríquez escribió en 1909 un libro célebre, Los grandes problemas nacionales. Él fue el verdadero profeta del Estado mexicano del siglo XX. Tenía un concepto paternal, patriarcal, orgánico del Estado, en cuya cabeza está un monarca o presidente y de él depende la vida nacional”.

El director de la editorial Clío y de la revista Letras Libres destaca que el Estado formado la pasada centuria era muy distinto a la república representativa, democrática, liberal y federal que consigna la Constitución mexicana. “Entonces, hemos tenido en el siglo XX un divorcio entre este Estado pétreo y la plaza pública de la democracia.

Estos últimos 18 años hemos vivido en la plaza pública de la democracia. Es una plaza desordenada, caótica, llena de un vocerío infernal, desesperante, rijosa; pero ésa es la democracia. Si no queremos la democracia, entonces, qué queremos”, cuestiona.

A lo mejor muchos quieren una vuelta a ese Estado paternal y patrimonial del siglo XX, que tuvimos con el presidente como un monarca. Si eso quiere la gente, lo tendrá. Pero creo que no es una buena solución”, añade.

El integrante de la Academia Mexicana de la Historia y de El Colegio Nacional está convencido de que los mexicanos experimentan, después de la alternancia partidista en el poder, la vida adulta como ciudadanos.

Éste era un país donde todo lo decidía el Presidente de la República. Todos lo obedecían. Eso ya no es así. Muchos detestan al gobierno y lo critican, y hacen bien; hay peleas, no estamos de acuerdo y estamos enojados. Eso es ser adulto. No es cómodo. Nadie dijo que la democracia es cómoda”, indica.

El autor entre otros libros de Siglo de caudillosBiografía del poderLa presidencia imperial y Redentores asegura que el poder político en México ya no lo concentra el jefe del Ejecutivo federal, sino que está diseminado en los 32 estados.

Enrique Peña Nieto tiene la silla presidencial y el 80 por ciento de los mexicanos lo critica. ¿Cuál gran poder? En estos últimos 18 años, la silla presidencial se ha hecho muy chiquita, ya es banquito presidencial. Eso es muy bueno. Al poder hay que limitarlo siempre”, señala.

A pesar de este avance, advierte Krauze, el populismo amenaza de nuevo a la región. “Ahí están los ejemplos de Venezuela y de Cuba, y del horrible caso de Donald Trump en Estados Unidos. Todos estos factores inciden en México. Ojalá el país conserve esta muy imperfecta y latosa democracia, y nuestras libertades”.

Quien colaboró durante más de 20 años con el poeta Octavio Paz, único Nobel de Literatura mexicano, en la revista Vuelta piensa que “ya deberíamos habernos curado de la enfermedad de venerar al líder y no es así. Por lo visto, la humanidad no tiene curación para eso. Por desgracia hay una regresión en el siglo XXI. Trump es un motivo muy grande para preocuparnos de si no hay un tornillo zafado en la humanidad”.

En ese sentido, el historiador especifica que este libro es “una argumentación crítica contra quienes, en nuestro tiempo, sienten encarnar cuatro palabras que, juntas, deberían ser impronunciables: el pueblo soy yo”.

POPULISMO CONTRA DEMOCRACIA

 

Enrique Krauze pondera como tema central de su libro al populismo, esa relación mesiánica que ejerce el líder sobre su pueblo. En entrevista con Pascal Beltrán del Río para Imagen, el investigador explica por qué decidió escribir sobre este fenómeno.

Detalla que el populismo es el fenómeno político distintivo del siglo XXI. “Creíamos que en el siglo XX el populismo había sido como un capítulo muy limitado en ese mar de sistemas, como lo fueron el fascismo, el comunismo, el nazismo y otros regímenes totalitarios, y las democracias liberales”.

El autor cuya obra comprende más de 20 títulos explica que, en la pasada centuria, el populismo resurgió con fuerza en América Latina, con la aparición de quien fue el presidente de Venezuela, Hugo Chávez; mientras que en Europa se ha fortalecido el populismo de derecha.

Señala que, pese a lo que se pudiera pensar, pocos hubieran imaginado que en Estados Unidos también se desarrollaría el populismo, aunque en ese país lo califica de régimen fascista. Dice que “éste es el extraño paisaje político de nuestro tiempo, razón de más para estudiar el populismo”.

El biógrafo aclara que, no obstante el impulso que han tenido en los últimos años los líderes populistas, no estamos viviendo el proceso de defunción de la democracia en México.

No, pero indudablemente es una democracia que yo he llamado en obra negra. Es un edificio que hay que construir por generaciones. Porque es un edificio de una cultura ante todo. Es la cultura del debate, del diálogo, de la negociación; y no tratar al otro como enemigo, sino como un adversario al que hay que respetar”. Añade que en México el riesgo de la democracia es que se quede “en obra negra”.

El ensayista también se refiere al presente proceso electoral en México y asegura que, gane quien gane las elecciones presidenciales del próximo 1 de julio, su única petición sería que, independientemente de la bandera política que tenga, conserve las instituciones básicas de la República y la libertad de expresión.

Me importa, sobre todo, gane quien gane en las próximas elecciones, y queda claro que las encuestas apuntan a un ganador ya, que se preserven las instituciones básicas de la República. Las instituciones autónomas que costó tanto trabajo construir y la libertad de expresión”, afirma.

Finalmente, sobre el riesgo de perder la democracia en México, Krauze admite que existe esa posibilidad “si las libertades se acotan, si la división de poderes se disuelve y la autonomía del Banco de México deja de existir y la economía se empieza a manejar de nuevo desde Los Pinos. Entonces, el diseño político llamado democracia habrá sido un capítulo breve de nuestra larga historia autoritaria”.