1. Definición de Debate:
Discusión en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus opiniones e intereses.
«debate político; debate parlamentario; el debate está dirigido por un moderador que es el que organiza, dirige, concede los turnos de palabra y centra el tema cuando se desvía
Acorde a la definición, en el debate los candidatos debieron exponer sus ideas, defender sus opiniones, contrastar sus proyectos, permitir que la población pudiera entender las diferencias entre cada uno de los proyectos de los candidatos con el fin de tener la oportunidad de escoger aquél proyecto que fuera más afín a cada uno de los ciudadanos, y poder por lo tanto, definir el sentido de su voto.
Si usted no tuvo oportunidad de ver el debate de los candidatos a la presidencia de la república, lo felicito. Se ahorró dos horas de su tiempo en un ejercicio inútil y aburrido. Al parecer hubo únicamente dos propuestas, mientras que el resto del tiempo lo llenaron los candidatos con ataques al puntero y unos cuantos entre los demás (con el fin de no verse demasiado obvios), y con repetir lo que han venido diciendo a lo largo de la campaña pero sin aclarar nada, sin aportar nada nuevo, sin clarificar o ampliar sus proyectos. Realmente dos horas perdidas para millones de mexicanos.
Resulta ridículo afirmar que hubo un ganador en el debate. Hubo un gran perdedor, que es el pueblo de México, pues no sirvió de nada el ejercicio. Quien piense que hubo un ganador, tendrá que admitir que en México hay una enorme necesidad de democracia, y cualquier ejercicio, incluso uno fallido como el que presenciamos, se convierte en esperanza para algunos. Esperanza que se satisface afirmando que fulano o mengano fue el ganador, simplemente porque habló bien, porque mostró más cartulinas, o porque fue el más golpeador. Lamentablemente al pueblo de México se le olvida que está buscando un jefe del ejecutivo que lleve a cabo proyectos que beneficien a los mexicanos y no un gallito (o pollito) de pelea.
Pasando a comentar el debate, todo indicaba que estábamos viendo el debate de candidatos de otro país. Los cuatro unidos contra uno. Lo cual es razonable, hasta que comienza uno a escuchar hablar de lucha contra la corrupción, defensa de las mujeres, detalles de corrupción, etc. Como si Margarita, el Bronco, Meade y Anaya no hubieran estado jamás en una posición para poder combatir o implementar aquello que proponen.
Habrá muchos mexicanos que se deslumbren por la belicosidad de alguno. Esos mismos mexicanos deberían recordar que el belicoso ya estuvo en puestos de poder y no aplicó nada de lo que propone. Por ejemplo, hablar de los siete puntos de corrupción a que se refirió Anaya, olvidando que la secretaría de hacienda no es órgano revisor del uso de los recursos, pero la cámara de diputados si puede revisar cualquier partida a detalle, y él dirigió la cámara de diputados y no inició jamás la revisión de ningún acto de los que hoy imputa como actos de corrupción. El arte de engañar al que no sabe, que desgraciadamente son mayoría en el país.
Escuchar la lucha contra el crimen de cada candidato da pena ajena. Se escucha fortalecer policías estatales o al ministerio público. No saben los candidatos que ya han sido gobierno, que el proyecto de fortalecer a la policía estatal lleva diez años, y que ningún estado ha querido invertir en eso, mejor llevarse el dinero a la bolsa del gobernador y sus amigos en turno. Y que decir del ministerio público, considerando que quienes investigan los delitos son los policías ministeriales con un nivel educativo de preparatoria, sin el mínimo conocimiento de aspectos jurídicos y mucho menos del nuevo sistema penal acusatorio. Escucharlos da pena, porque se perciben que viven en un mundo aparte, de influencias y sin riesgos.
En el caso del candidato puntero, escuchar que el crimen se va a solucionar mejorando los niveles económicos de la población suena razonable, pero considerando que no se logra de la noche a la mañana un crecimiento económico sostenido, realmente no ofrece nada para el aquí y el ahora. El problema está vigente hoy, no dentro de veinte años. Que por cierto es lo que tarda una generación en dar frutos, como plantea Meade añadir valores, mensaje dirigido a un mercado específico del panista Anaya, salvo que habría que esperar 20 años para ver si dio frutos la estrategia, y para ese entonces ya llevaríamos medio millón o un millón más de muertos.
López Obrador tuvo la oportunidad de explicar en que consiste su amnistía, y no lo hizo. Pudo explicar porque sumó a Elba Esther o a Napito. Elba liberada por el gobierno actual y Napito exonerado desde el gobierno anterior. Y no lo hizo. Pudo explicar mejor su proyecto de Nación y tampoco lo hizo. Se ajustó a un guión emanado de las encuestas y no quiso cometer ningún error. Lógico en su posición de puntero, pero muy desagradable para quienes esperábamos más de él, con su experiencia y su desempeño ante los periodistas de milenio.
Bronco chistoso y ridículo por su pasado y presente de corrupción. Margarita malísima y temblorosa. Anaya repitiendo las mismas acusaciones una y otra vez, cuidando su segundo lugar, y Meade sin poder generar pasión, como para remontar al segundo, demostrando que es un excelente burócrata de alto nivel, pero no un buen candidato por falta de carisma y exceso de educación, y un AMLO buscando cuidarse nada más. Decepcionante el supuesto debate, que no fue, pues jamás se debatieron ideas. Bien los tres conductores a pesar de venir de donde vienen.
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