La salida de Enrique Ochoa y la incorporación a la dirigencia nacional de un priista de siempre, René Juárez, para lograr unidad en el partido tricolor, y el evento de este domingo en la sede del PRI que presidió José Antonio Meade, vestido de chamarra roja, como la mayoria de los asistentes que volvieron a «presumir» ese color, son importantes para su causa, pero insuficientes para ganar la elección presidencial. El tricolor tiene un «voto duro» que puede andar actualmente por los 10 millones de votos, pero que es insuficiente. Si no van por los votos del resto de la sociedad civil, por los apartidistas, por los indecisos- y para ello tienen que decir y prometer cosas que no están dispuestos a hacer- se ve muy lejano el triunfo.