La sociedad siempre ha valorado el talento de las personas manifestado en cualquier expresión de la vida, ya sea en las relaciones interpersonales, el mundo académico, las bellas artes, el deporte y por supuesto en el mercado laboral. Los conocimientos y las habilidades son parte fundamental para el desarrollo de la persona y el mejoramiento de la calidad de vida, sin ellos difícilmente la persona puede ser protagonista en el nuevo entorno en que vivimos.

La historia nos ha permitido ser testigos de cómo las personas con mayor educación por lo general viven con mejor calidad de vida con respecto aquellas que tienen menos estudios. Un análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad con base en información del INEGI del año 2016, indica que una persona con licenciatura, en promedio, percibe un salario ochenta por ciento superior a una que sólo estudió bachillerato y más del doble con la que sólo estudió secundaria.

También, el mismo análisis indica, que si los conocimientos y habilidades del individuo están relacionados a campos especializados del mercado laboral, la remuneración oscila del triple hasta seis veces por arriba del salario de quien no tiene licenciatura. Es pues el nivel de estudios una condición indispensable para obtener mejores condiciones de vida de la sociedad, salvo contadas excepciones.

Por otra parte, la actitud positiva en la persona es un catalizador determinante para asegurar el éxito en las relaciones interpersonales en cualquier ámbito de la vida. Por lo que además de los conocimientos y las habilidades las emociones son parte fundamental para lograr los objetivos personales y profesionales, ya que, en la vida tenemos que interactuar con otros individuos como parte de un grupo o como líder de éste, y la actitud con la que el individuo encara cada situación que se le presenta en la vida diaria influye positiva o negativamente en el resultado.

Los últimos treinta años de mi vida profesional he tenido la oportunidad de dirigir a una gran cantidad de equipos de trabajo, por lo que he llegado a la siguiente conclusión: a una persona le pueden faltar conocimientos y habilidades pero si tiene actitud positiva tarde o temprano los adquirirá o los desarrollará, ya que su estado de ánimo lo motivará a esforzarse para trabajar cuanto antes a lograr el nivel que se le está exigiendo, además de ser fuente de inspiración para los que están a su alrededor. Por el contrario, si la persona tiene una actitud negativa, así sea el mejor especialista en un campo determinado o posea las mejores habilidades técnicas, inclusive aunque haya egresado de la mejor institución educativa del país, al no ejercer una actitud positiva le cuesta mucho trabajo ser parte de un grupo, le complica integrarse a la filosofía organizacional, así como hacer equipo con sus compañeros, por lo que les dificulta obtener buenos resultados, y pronto contaminará a los miembros de la organización.

En esta vida nadie escapa al virus de la actitud negativa, por lo que es imprescindible que todos realicemos un esfuerzo importante para fomentar emociones positivas en cada uno de nosotros. Es fundamental hacer un ejercicio de introspección, porque lo que sucede en el interior de cada uno de nosotros, lo proyectamos en nuestro círculo de influencia, amigos, familia, escuela o el trabajo. Nadie puede negar que preferimos convivir con aquellas personas que inspiran, que su relación no causa ansiedad o estrés, nos gusta estar cerca de ellos por su actitud ante la vida. Hoy más que nunca la sociedad requiere de hombres y mujeres que estén dispuestos a colaborar con un granito de arena para mejorar el mundo en que vivimos.

De acuerdo con el estudio Felicidad y trabajo, publicado por la consultora Crecimiento Saludable, las personas que ejercen su liderazgo en la dirección y gestión de las organizaciones, deben mantener un buen ambiente laboral que facilite a los colaboradores desarrollar su autonomía y creatividad; lo cual, les facilitará alcanzar los objetivos institucionales. Por lo que los dueños de empresas, y directivos, no pueden permanecer estáticos, sino todo lo contrario, para optimizar sus resultados están obligados a continuar esforzándose para mejorar las condiciones de su gente, implementando acciones y programas que motiven a los trabajadores, hacer a un lado todas aquellas emociones que sean obstáculo en favor de un mejor ambiente de trabajo, de la mejora continua, la innovación, la productividad y la calidad.

Con base en lo antes expuesto podemos concluir sin temor a equivocarnos, “en la vida diaria los conocimientos y la habilidad suman, pero la actitud multiplica”.

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