«El deseo de prolongar la vida más allá de lo natural me parece tremendamente absurdo. Aunque son muchos los motivos para que queramos vivir lo más posible y con la menor cantidad posible de incomodidades. Yo soy razonablemente feliz, porque agradezco la ausencia de dolor, y disfruto de los pequeños placeres de la vida, de la presencia de mis hijos y de mis flores. En sus orígenes, el psicoanálisis asumía que el Amor era lo más importante, en la actualidad sabemos que la Muerte es igualmente importante». Es parte de lo que le dijo Sigmund Freud en 1930 a George Sylvester y que se publica en «Las grandes entrevistas» de la historia» que editó Cristopher Silvester.