Bajo la consigna “la Patria está en peligro. No al FMI” miles de argentinos marcharon este viernes y se congregaron ante el obelisco de esta capital contra el acuerdo del gobierno del derechista Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional, en rechazo a la profundización del ajuste, al tarifazo, al avasallamiento de los derechos de los trabajadores, en defensa de la soberanía y una serie de demandas leídas en una dura proclama, antes de cantar el himno nacional.
La multitudinaria marcha convocada en principio por Madres y Abuelas de Plaza de Mayo a la que adhirió la oposición en su conjunto reunió a todas las centrales sindicales, cooperativistas, movimientos sociales, partidos políticos y la Iglesia, contrastó con un presidente que caminó aislado del pueblo con un fuerte dispositivo de seguridad en una Plaza de Mayo enrejada junto a su esposa, Juliana Awada, y funcionarios de su gobierno, al recorrer el corto camino entre la casa Rosada y la catedral metropolitana donde debió escuchar uno de lo sermones más críticos de los últimos tiempos.
La ceremonia fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Poli, quien leyó el sermón del tedeum y citó al evangelista San Lucas quien dijo: “Nos da una advertencia con este ejemplo: la indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres no pasan inadvertidos a los ojos del Dios que sí se acuerda de los pobres y no olvida su clamor”.
Recordó que Dios está nombrado en el Preámbulo de la Constitución Nacional, “pero pareciera que lo dejamos al margen de nuestras decisiones…sin tener en cuenta la memoria histórica del país que también tiene algo que enseñarnos en las horas de prueba”.
Sostuvo que “un sabio estudioso del pasado de la humanidad aseguraba que en la historia no dominan las fuerzas económicas, sino las espirituales y yo humildemente adhiero a ese pensamiento. De no ser así nos costará mucho explicar cómo, durante más de 200 años, nuestro pueblo atravesó con paciencia y virtud laboriosa los momentos oscuros: viviendo, conviviendo y no pocas veces sobreviviendo a sostenidos períodos de confusión, a la carencia de medios básicos, y al flagelo de la desocupación, dando lugar a los inhumanos y humillantes rostros de la indigencia, paradójicamente, en una tierra rica en recursos naturales”.
Mencionó a Zaqueo, un recaudador de impuestos que trataba de ayudar a los pobres a quien el papa Francisco mencionó en un mensaje. “Era un oficio despreciable porque la mayor parte del dinero que recaudaban iba a parar a las arcas romanas no sin retener una buena parte de los impuestos, de modo que se enriquecían notablemente”, en referencia a la actual situación.
Asimismo recordó que “el primer deber del Estado es cuidar la vida de sus habitantes, especialmente de los débiles, los pequeños, los pobres y marginados, los enfermos y los ancianos abandonados, porque son los más pobres de los pobres … ninguna persona debe ser excluida de la fiesta de la vida, hasta el más humilde y olvidado de la patria profunda”.
A esto se agregó la impresionante marcha de este día. Las voces de la calle mencionaban que ante la gravedad de la situación el presidente debe renunciar si no puede resolverla; o si “para resolverla va a entrgar la patria”.
Antes de cantar el himno nacional dos actores leyeron desde el palco donde estaban Madres y Abuelas de Plaza de mayo la proclama en que defendieron los derechos de los pueblos y hubo severas críticas al gobierno nacional por la entrega de soberanía en el acuerdo con el FMI.
Entre otras demandas se defendió la del trabajo digno que genera las riquezas de la patria; a las organizaciones gremiales y a las negociaciones salariales libres, que están suspendidas. Fue importante la defensa del federalismo amenazado por el saqueo en el país, y del regreso del desarrollo industrial, la protección a las economías regionales, a la educación pública y a las organizaciones sociales y barriales.
De la misma manera se exigió la continuidad de los juicios contra los responsables militares y civiles de la pasada dictadura militar, y se remarcó que “el único lugar para los genocidas es la cárcel”. Se pidió justicia para los jóvenes asesinados Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, y respeto a los pueblos originarios.
Oradores de la marcha también reivindicaron la política del movimiento Ni Una Menos que “sacude las entrañas de la cultura patriarcal dominante”; así como la “libertad de expresión y comunicación popular” contra la concentración de medios que defienden programas de ajuste y saqueo. Se exigió la liberación de presos políticos, el cese de la la persecución.