Leer es viajar alrededor del mundo, regresar a vivir los acontecimientos de la historia moderna, reconocer el momento en el que se dieron y recrearlos con intensidad.

Los extremos del patriotismo se vieron reflejados en una confrontación entre dos países centroamericanos que fueron registrados por la prensa del mundo después de que lo vivió en carne propia el pilar del periodismo moderno Ryszard Kapuscinski el hizo una crónica estupenda que le da el nombre a uno de sus libros que lleva por título La guerra del futbol y nos describe el partido efectuado entre las selecciones nacionales de Honduras y El Salvador por la clasificación al mundial de futbol a realizarse en México 1970. Menciona que el primer partido se realizó en Tegucigalpa Honduras, la noche anterior al partido los aficionados fueron al hotel en donde se hospedaba el equipo salvadoreño y con un ruido ensordecedor durante toda la noche, no los dejaron dormir. Desvelados se enfrentaron el domingo 8 de junio y en el último minuto del segundo tiempo los hondureños metieron un gol y ganaron uno a cero.

Amelia Bolaños de dieciocho años no soportó la afrenta por haber perdido su selección, lo que ella sentía como su patria, al terminar el partido fue directo al cajón en donde su padre guardaba una pistola y se mató pegándose un tiro en el corazón. El periódico El nacional narró en sus páginas el terrible suceso, el sepelio se transmitió por televisión, asistió una multitud, su ataúd llevaba la bandera salvadoreña y atrás del féretro encabezaba camino a su última morada el presidente de la república, los jugadores que el día anterior perdieron con el país vecino, los ministros y el ejercito.

La siguiente semana se dio el partido de vuelta en el estadio “Flor Blanca” de la capital salvadoreña, ahí una masa de hinchas eufóricos llegaron al hotel donde se hospedó la selección de Honduras, rompieron todos los cristales del hotel, arrojaron huevos podridos, ratas muertas y lo más hediondo que encontraron al grado de intervenir la división motorizada quienes los llevaron en carros blindados al estadio, los jugadores tampoco pudieron conciliar el sueño durante toda la noche temerosos de la amenaza de los fanáticos.

Al día siguiente camino al estadio aparecían en las calles los agresivos salvadoreños queriendo aniquilar a los pasajeros del camión rumbo al estadio, mostraban a su heroína la joven Amelia Bolaños en grandes fotografías. El estadio fue resguardado por la Guardia Nacional fuertemente armada, el himno de Honduras no se pudo escuchar por las rechiflas e insultos, los espectadores parecía invadirían la cancha para aniquilarlos, los jugadores sólo pensaban en su integridad, el Salvador ganó por tres goles a uno y el entrenador mencionó “menos mal que hemos perdido el partido”.

Los aficionados hondureños que se atrevieron a asistir al estadio fueron brutalmente golpeados, sus autos incendiados, a las pocas horas la frontera entre los dos países se cerró.

Al siguiente día una avión de la Fuerza Aérea del Salvador sobrevoló la capital del país vecino en la noche y soltó una bomba, su estruendo se escuchó en toda la ciudad que aterrada veía el inicio de una guerra provocada por un encuentro de futbol. La gente corría entre la oscuridad sin saber a ciencia cierta que era lo que había sucedido, las luces de la ciudad se apagaron por completo, las voces de la gente también, solo a lo lejos se escuchaban lamentos y el grito de una medre diciendo < <¡Mi hijo! ¡Mi hijo>>. Al amanecer la gente cavaba trincheras, levantaba barricadas, los muros de la ciudad hablaron, denunciaron, poetizaron y profetizaron.

La verdadera razón del conflicto de carácter agrario por la repartición de tierras en la frontera entre los dos países, un asunto complejo en donde se veían afectados los intereses de los Estados Unidos, el detonante fue el encuentro por un sitio en el mundial de futbol, finalmente el tercer partido se jugó en terreno neutral. México fue el anfitrión que vio ganar a El Salvador por marcador de tres goles a dos a la selección de Honduras. Posterior a la guerra de las cien horas la frontera permaneció intacta.

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