Se necesita apenas de una hora y treinta minutos para llegar a la gloria y llenarse de felicidad, el juego de futbol se vuelve algo mágico para los aficionados, si en ese lapso de tiempo no se logra ganar o por lo menos empatar, la tristeza se apodera de millones de aficionados.

Al iniciar se busca que entre los 22 jugadores surja una figura, un héroe que represente a alguno de los contendientes, que sea un referente como lo dice Juan Villoro en Dios es redondo.

Los aficionados, con los años pasaron de los colores del representativo nacional que orgullosos se presentaban en la tribuna, en los bares o salas de sus casas o cualquier sitio en donde se siga el desarrollo del partido a la espectacularidad de ver a grandes masas de miles de aficionados viajando provenientes de todos los rincones del mundo con la finalidad de ver jugar al equipo que representa a su país.

En la contienda se juega el orgullo patrio, mientras el partido se desarrolla sobre la superficie empastada de entre los 90 a 120 metros de largo y los 45 a 90 metros de ancho, la dinámica competencia también está presente entre la agitada conciencia de cada uno de los espectadores donde vemos disfraces, figuras y desfiguros, caras pintadas, banderas ondeando y gritos, muchos gritos alentando a sus colores, algunos de ellos homofóbicos que pueden llevar a la ruina a nuestra selección si le descuentan puntos por reincidir en la insistencia de decirle al portero esa palabra ofensiva, sin razón, solo como una forma de molestar al adversario.

El futbol nos interesa a millones en cualquier continente, sabedores del reducido tiempo para una hazaña, remontar un marcador o resignarnos a la superioridad del contrincante y carguemos con la derrota como en muchas ocasiones. Siempre habrá un vencedor que dentro del mosaico multicolor de las tribunas dejará apreciar la euforia de la victoria contrastando con la tristeza de los vencidos que la televisión ha sabido retratar muy bien para ejemplificar el ánimo de los aficionados que portan la camiseta sea de la selección o de su equipo favorito que por generaciones forma parte de un vinculo familiar, como lo menciona el libro de Galder Reguera Hijos del futbol, el libro nos ofrece un punto de vista humanista del juego, narrado de una forma artística y filosófica.

Los minutos de juego en un mundial de futbol en realidad suelen ser pocos, pero si a una selección la va bien en ese torneo corto, el recuerdo quedará por mucho tiempo, hasta que en cuatro años nuevamente se presente una nueva oportunidad, esto es lo que nos dice el libro Breve historia del ya merito escrito por catorce escritores que ofrecen sus puntos de vista acerca de los fracasos de la selección mexicana, plumas como Juan Villoro, o Juan Pablo Villalobos solo por mencionar a dos de ellas, nos ofrecen variadas reflexiones sobre los juegos más emblemáticos, viajando en el tiempo desde los escuchados en radio hasta los vistos en línea, en donde algunos aficionados lo miran en el bullicio de un lugar o acompañados de un gato o perro como única compañía, y al termino es comentado por millones en las redes sociales para sentir que hay un ruido social de fondo, veremos con mucha expectación, como le va a la selección mexicana que esperamos nos deje alegrías en este mundial.

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