Aunque las encuestas lo anticipaban el resultado de la reciente elección federal es sorprendente. Me interesa aventurar algunos apuntes en línea de hipótesis, intentando fijar explicaciones lo más racionales posibles. El momento social de México, estaba dado para un cambio drástico y radical: inseguridad desbordada, economía en problemas, crisis de partidos, estancamiento social, amenazas Trumpistas, etc.; quién podía capitalizar mejor esas tendencias era AMLO, por su persistencia, cualidades específicas y alto grado de reconocimiento social. El hartazgo ciudadano existe y sin duda contribuyó a modificar abrumadoramente el mapa político mexicano, puede ser el factor más importante, pero hay más: hay otras visiones, esperanzas, propuestas e ideas. AMLO no tuvo contrincantes, no tuvo competencia; siendo una campaña electoral donde la figura del candidato es fundamental no hubo enfrente de él quien se perfilara como opción fuerte, tanto a Anaya como a Meade, les faltó mucho tiempo para ser conocidos e identificados como contendientes firmes. Para AMLO la campaña fue un paseo, donde solo se dedicaba a incrementar su espectacular nivel de votación. El presidente electo tejió un bloque electoral poderosísimo con grupos nacionales y regionales de todos los colores, subiendo a su tren a los más variados personajes. Su capacidad de movilización inicial y el efecto en la percepción de la gente en buena medida se debe a la aparición de esas alianzas que le dieron forma a un bloque imbatible e imparable que arrasó sin ningún problema. Este es uno de esos momentos, recordemos el 88, el 2000 y el 2006, en que la gente vota por lo que sea percibido como distinto a lo tradicional, para premiar a quien ven como héroe pertinaz y produce efectos contradictorios por la avalancha de votaciones parejas e indiscriminadas. No es el caso, creo que habrá moderación obligada, pero la historia registra movimientos ciudadanos hacia aventuras que terminan en desastres sociales.

Las elecciones simultáneas suelen ser injustas, en un solo acto se vota por diferentes cargos sin distinguir de las cualidades específicas de cada candidatura y haciéndolos depender de la tendencia mayoritaria. Así pasó en Veracruz, donde al votar por AMLO la mayoría también votó por su candidato a Gobernador. Aunque hay algo de voto cruzado entre uno y otro no alcanza para que sobresaliera la propuesta del Frente. La votación de Yunes Marquez es significativa en sus propios números, pero más porque resistió relativamente el huracán electoral representado por AMLO en todo el país; aquí, la diferencia entre el primero y el segundo fue de 4 o 5 puntos, mientras que en otras Entidades anduvo por los 20 o 30 puntos. Eso habla de la calificación de la administración actual y de la fortaleza del Frente, aunque no fue suficiente ante la ola de morena. Para hablar de castigo o premio al gobierno de la alternancia, tendría que haberse realizado únicamente esa elección local. Soy de los que piensan que nos perdimos de un buen gobernador, joven y visionario, con Miguel Ángel Yunes Márquez; muchos lo apoyamos abiertamente, fuimos leales a un proyecto de consolidación de la alternancia. El resultado es adverso, hay que reconocerlo y plantearse la posibilidad de ser oposición o no. Se hace proselitismo, contrastes, se debate y cuestiona en las campañas, una vez resuelto y reconocido el resultado lo que viene es apoyar, vigilar, exigir, participar, oponerse o sumarse.

Quienes ganaron deben ir alejándose del triunfalismo y las ocurrencias, asumiendo que adquieren una enorme responsabilidad. Tienen grandes oportunidades de impulsar cambios, hacerlo requerirá conocimientos, estructuras, equipos, voluntad y la suficiente apertura como para no ahogarse en el intento. Son tan altas las expectativas, se ofreció tanto, que tienen que cumplir en algo o serán severamente descalificados por la sociedad.

Recadito: reivindico la importancia de cada quien sin importar el sentido de su voto o pertenencia a partidos.

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