Agustín Basilio de la Vega
La realidad se impone. En solo una semana, López Obrador y algunos de los que posiblemente sean integrantes de su Gabinete, han mandado señales de certidumbre a quienes parecen que van a ser el contrapeso factico del nuevo poder absoluto presidencial.
En efecto, las grandes empresas nacionales y trasnacionales tienen ahora más incidencia en las decisiones del Estado Mexicano que los partidos de oposición frente al próximo presidente. Los anuncios de que se respetará la autonomía del banco de México, la libre fluctuación del valor del dólar, la disciplina fiscal y hacendaria así como sostener la estabilidad de la macroeconomía, han dejado contentos a todos.
Aunado a lo anterior, el reconocimiento de que el precio de la gasolina no solo no bajará sino que aumentará conforme a la inflación, que solo se revisarán los contratos de la reforma energética, que mediará una consulta para la reforma educativa, que se evaluará la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, que no desaparecerá el estado Mayor Presidencial entre otras posibles decisiones, han contribuido a generar confianza en todos y particularmente en los inversionistas.
Conforme avancen los días, se seguirá descubriendo que es imposible cumplir con todas las promesas de campaña si de verdad se quiere el bien de todos los Mexicanos. Esto no debe frustrarnos sino por el contrario, alentarnos a trabajar más. México es un gran país que avanza con paso firme como la XI economía mundial y sería un error grave frenar o cambiar su modelo económico.
Las promesas de campaña que sí se podrían cumplir si se aplican son: combatir la corrupción, mejorar los subsidios de las personas de la tercera edad y aumentar la austeridad del gasto corriente del gobierno. Hay otras que son francamente intranscendentes como vender el avión presidencial o convertir Los Pinos en un centro de atracción.
Respecto a incrementar la inversión en infraestructura, es fundamental que se haga son mucha determinación y me parece buena idea que el AICM se siga construyendo en el mismo lugar para que se aproveche el tiempo ganado y los recursos invertidos. Si se concesiona, debe hacerse con estricto apego a la ley para obtener la máxima contraprestación posible y para ello se debe realizar una licitación internacional.
Respecto de la construcción de una o dos refinerías, lo más conveniente es que se hagan mediante APP´s (asociación Público Privadas) o de plano mediante concesiones a la Iniciativa privada para evitar usar recursos públicos que son fundamentales para los rubros de seguridad, salud y educación. Sigo pensando que su construcción ni nos hacen más soberanos y ni ayudarán a disminuir costos de energéticos sino que implican un gasto en lugar de inversión que todos pagaríamos sin recuperar.
Los anuncios de los nuevos actores han tranquilizado a todos y espero sinceramente que no solo sea una estrategia pasajera. México necesita un presidente realista no populista.
@basiliodelavega 9 de julio 2018