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Me encontraba en un diálogo con jóvenes de distintos ámbitos, todos votantes de distintas ideologías y de pronto surgió el debate respecto a lo lógico o ilógico de vender el avión presidencial, ¿Cómo se trasladaría el Presidente?, ¿A quién lo venderá?, preguntas que sin duda he escuchado en múltiples conversaciones, pero no había escuchado una respuesta similar a la siguiente: ¿De verdad es eso lo más importante de un gobierno?, quien emitió la pregunta de inmediato complementó, hay problemas en México más importantes que ese.
Y en efecto México vive plagado de circunstancias dolosas, de atentados contra derechos humanos, de omisiones políticas y de personas distraídas. Tengo la certeza de que AMLO llegó a la presidencia de México por la distracción de muchos, porque quienes se encontraban en el poder no pusieron atención a la inseguridad, al enojo de su gente, porque quienes podían hacer un cambio se olvidaron de sus promesas al pueblo y se centraron en cumplir compromisos económicos, porque olvidamos a 43 jóvenes, como con el tiempo hemos olvidado otras matanzas. Olvidamos a los cientos de periodistas acribillados, la falta de garantías individuales y el sufrimiento de todos los familiares de desaparecidos.
Pero pronto el olvido fue imposible porque los afectados eran más. Todos hemos sido víctimas de algún tipo de olvido, desde las faltas de atención en el sistema educativo hasta las carencias de seguridad en la mayoría de Estados de la República, hemos sufrido algún atentado o conocemos alguien muy cercano que lo padeció, ese enojo se hizo evidente de distintas formas y quedó expuesto ante las urnas electorales. Pero nuestra distracción no terminó ahí, durante las campañas nos dejamos distraer por el candidato al que fuéramos más afines y aún otorgadas las actas hay puntos donde el fanatismo se transforma en odio y ataques constantes en lugar de centrarnos en las propuestas y unión social, aún tenemos mucho trabajo pendiente en la aceptación y tolerancia.
Vivimos distraídos centrando el cambio en una persona y nos olvidamos del poder que tiene el trabajo en equipo, la creación de ideas conjuntas y por supuesto el rectificar. Los éxitos no llegan empeñándose en una sola idea, llegan con la evolución, con hacer a un lado distinciones de colores o partidos. Pedimos aceptación de la diversidad ante las creencias religiosas y preferencias sexuales pero, ¿Cuándo comenzaremos a enriquecernos de las diferencias de opinión? Necesitamos aprender a escuchar puntos totalmente opuestos, a dejar de cerrarnos en una ideología con base en nuestras experiencias y comprender el mundo desde los demás, no hay nada más enriquecedor que reconocerse en el otro, tan diferente y tan opuesto, pero igualmente humano.
Si podemos abrirnos a pensamientos opuestos y decir tienes razón al escuchar al prójimo, si tomamos dos puntos tan lejanos el uno del otro podemos crear un gran puente de comunicación, si partimos de redes entre los individuos y dejamos de lado intereses particulares, seguro estaremos avanzando. Van dos semanas desde las elecciones y aún se siente el odio entre los que no se resignan, los que se sienten defraudados y otros que quieren echar en cara un gran victoria, pero ya pasó ese momento, estamos en la etapa de construcción, de proponer, de trabajar y crear. Este es el momento en el que los ojos deben estar en las ideas de cambio relevantes que afectan nuestro desarrollo como nación.
Es el momento de rectificar decisiones y analizar qué se ha hecho bien al momento, qué es lo que realmente funciona, qué necesita algunos cambios mínimos y qué se debe desechar, no nos cerremos ante la costumbre de lo que durante años ha estado mal y demos oportunidad a la modernidad, al diálogo y a las nuevas ideas. México tiene todo para crecer y evolucionar si abrimos bien los ojos, recordamos y sobre los errores rectificamos. México puede ser sinónimo de transformación y prosperidad.