Por Billie Parker

PALABRA DE MUJER (Columna)

En México aún se aplaude que el nuevo Congreso de la Unión tendrá la mayor presencia de mujeres en la historia. El avance se debe a la reforma constitucional electoral de 2014, que en su Artículo 41, se instauran reglas y medidas que facilitan que las mujeres sean elegibles a cargos de elección popular en condiciones de igualdad con los hombres. El principio de paridad por primera vez se aplicó en las elecciones del 1 de julio. Pero…¿Dónde quedó la sororidad de las que llegan a una curul o escaño para con las mexicanas?

Escuchamos muchos discursos, foros y llamados de pactos sororos para sacar tal o cuál ley o, para el respeto de su investidura, o pidiendo el voto de las mujeres para su causa electoral, no obstante no se ve ninguna reciprocidad hacia sus representadas, que son el 53 por ciento del padrón electoral. Vaya ni siquiera para sus equipos o quienes las apoyan, salvo que les reditúe legislativamente porque en materia de abatir la desigualdad de género y las violencias se avista, incluso, un retroceso.

Obtuvieron las candidaturas gracias al principio de paridad, pero olvidan que quienes las encumbraron fueron las mujeres. La votación del 2018 la decidieron las mujeres y los jóvenes. La Lista Nominal de Electores es de 89 millones y el 51.83% son mujeres y el 48.17% hombres, 3.66% más que los hombres. La participación electoral de ellas también es superior a la de los hombres y se reconoce porque en las dos últimas elecciones federales las que marcaron la diferencia, amén de los votos operados por el PRI para Morena, fueron las mexicanas. En 2015 la participación media nacional fue del 47.07%; 50.89% de las mujeres y 42.95% hombres.

Una encuesta de Heras indica que sólo 11% de los mexicanos aceptan que las mujeres tengan cargos importantes dentro de una empresa o en la política, lo que implica que el 72% de los participantes no las aceptan.

Franco lance para los detractores de la participación femenina en política, será ver que en el Congreso mexicano estarán 65 mujeres en la Cámara de Senadores y 246 curules en la Cámara de diputados. Además de ocho –de 18 cargos-, propuestas como secretarias de Estado en el gabinete del virtual presidente de México.

En el núcleo de la toma decisiones legislativas, el reto de su labor y productividad, en términos de la agenda de género, es mayúsculo de cara a las prácticas culturales machistas que imperan. Primero tienen que remontar el riesgo de replicarlas con luchas de poderes entre ellas; o de engancharse y ser utilizadas por ellos, como lo vimos en los recientes escándalos de la violación de la autonomía del Congreso de Veracruz.

Para redefinir el rol de la mujer en la sociedad se requiere primero rediseñar su labor en los congresos y evitar ser utilizadas como arietes para ejercer violencia contra otras mujeres o boicotear a los compañeros.

Ante el problema de la dominación machista solo hay una respuesta: la sororidad, la hermandad entre mujeres para avanzar.

El cierre de brechas en la participación política de las mujeres y para abatir el feminicidio, la discriminación salarial, la falta de acceso a la educación y tecnología, salud y a oportunidades, así como la eliminación de todas las violencias alojadas en nuestras sociedades, resultan inalcanzables sin trabajo en equipo, en el legislativo y con las mexicanas.

Las mujeres exitosas son las saben que el secreto reside en trabajar con alianzas. Están conscientes de que otras mujeres se alinean a su proyecto porque esperan que tarde o temprano las beneficie. ¿Cuántas mujeres conoce usted que son muy buenas políticas pero incapaces de cultivar la sororidad y por ello al final trabajan aisladas luego de que en su vida utilizaron a sus compañeras y se apropiaron de sus ideas.

La lucha de poderes patriarcal sigue marcando su comportamiento machista al soslayar o desconocer el pacto sororo, la necesaria hermandad entre mujeres, para llegar a una meta.

La Igualdad de género pasa por la consciencia de las mujeres en la Política. La falta de esa noción es una asignatura pendiente en los núcleos de toma decisiones, que pese al avance paritario, será estéril si no hay posibilidad de conservarlo. Si esta evolución en la paridad no se mantiene, la votación histórica por las candidaturas de mujeres se vendrá abajo. Es una prueba de fuego para las mujeres en el legislativo.

En la agenda de género en los congresos residen tareas determinantes para cambiar al mundo. Porque como ha dicho el filósofo Engels: “los grandes cambios sociales son imposibles sin el fermento femenino. Al impedir y limitar la legítima y auténtica participación equitativa de las mujeres, no solo pierden ellas, sino toda la humanidad.”

Generar un proyecto con perspectiva política de género implica estar convencida de lo que decía Michelle Bachelet: “Si una mujer entra a la política, cambia la mujer, si muchas mujeres entran a la política, cambia la política”. Hasta hoy no han podido pero, ese es el rumbo.