«La decisión de continuar con la construcción del nuevo aeropuerto era una oportunidad única para López Obrador de mostrarse presidencial. Pero no, el ADN populista dejó ver un primer brote de lo que viene. Tuvo en sus manos la oportunidad de asumir la construcción del NAIM, de corregir los vicios que se pudieren detectar y de agregar todo aquello que efectivamente le falta al proyecto como los temas de vialidades, desarrollo urbano, impacto ambiental, esquemas de mantenimiento. Incluso pudo haber cambiado el esquema de financiamiento y quedar como campeón. Acaba de perder la oportunidad de verse como un estadista». Es parte de lo que escribe Enrique Campos Suárez en «El Economista».