De lo que se sabe del acuerdo comercial alcanzado entre México y EU, hay dos elementos que son indicativos de las concesiones otorgadas. Por un lado, se estableció un tope a la exportación de vehículos, la industria más dinámica del país, limitando su potencial de crecimiento. Por otro lado, se debilitó, al grado de prácticamente cancelar el corazón del TLC, el capítulo 11. Ese capítulo se refiere a la resolución de controversias y constituye la esencia del éxito del Tratado, por una razón muy sencilla, porque le confiere certeza a los inversionistas de que no habrá acciones caprichudas ni expropiaciones sin justificación». Lo escribe Luis Rubio en «Reforma».