Por Ramón Durón Ruíz (†)

Si hay algo que distinga al mexicano, es que en cualquier situación, adversidad o problema siempre tiene a flor de piel su inigualable sentido del humor, ese que lo hace gozar palmo a palmo las bendiciones y maravillas que la vida tiene especialmente para él.
El humor lo mismo se da en casa, que en la oficina; en el trabajo o en el deporte; con los clérigos o la política; las damas o los profesionistas; incluidos los abogados, quienes llenos de genio y de un ingenio sin par, saben trascender los entretelones del tiempo.
A propósito, cuenta el Profesor Raúl García que cuando el Licenciado Emilio Portes Gil fue llamado por el Congreso de la Unión para que asumiera la presidencia de la República, numerosos amigos del abogado tamaulipeco se regocijaron y se dirigieron a la capital del país.
Hubo algunos que como el inigualable poeta Don Arnulfo Martínez se quedaron en casa esperando ser llamados por el abogado tamaulipeco para recibir un nombramiento, −mismo que nunca llegó−. Los amigos, sabiendo la entrañable amistad que les unía animaban al poeta para que pidiera audiencia con el Presidente, el abogado Fidencio Trejo Flores se comprometía a entregar la solicitud de trabajo, sólo pedía que ésta fuese festiva. Así fue como el poeta popular solicitó trabajo al primer magistrado de la nación:
“Mi querido Licenciado,
mucho le agradecería
me dejara colocado
en una robaduría
del gobierno del Estado.”
Por otra parte, en mi pueblo había un célebre Abogado al que apodaban “El botas miadas”, cierto día enfermó, inmediatamente fue a ver a su amigo el prestigiado galeno Raúl Bermúdez, éste después de auscultarlo y conociendo su gusto por las bebidas espirituosas le dijo:
–– Las medicinas que te receto, saben feo, pero ¡tómatelas pensando que es una cerveza y un tequila!
–– Oye doctor ¿y no sería mejor que me tomara una cerveza y un tequila pensando que es medicina?
También había otro formidable personaje, el queridísimo licenciado Francisco González Manly quien toda su vida fue defensor de oficio en el Poder Judicial tamaulipeco, cierto día en el que celebraban el cumpleaños de un Magistrado se levantó y dijo:
–– Aquí, frente a ustedes tienen a un abogado humilde; mientras hay juristas que tienen sed de amor, sed de publicidad, sed de aventuras, sed de riqueza, sed de poder, sed política, otros, sed de sabiduría… ¡yo sólo tengo sed!: ¡Salud!
Cuando el distinguido abogado veracruzano Francisco Liguori contrajo matrimonio con Gloria Gamiochipi el 20 de diciembre de 1968 en la casa de la política y poetisa Griselda Álvarez, en un acto presidido por el oficial del Registro Civil el abogado José María Lozano, la sui géneris invitación de la boda hecha por Don Paco Liguori rezó de la siguiente manera:

“A las nueve menos cinco
del día de san Filogonio,
en el ciento ochenta y cinco
del Cerro de San Antonio,
Gloria y Pancho, en audaz brinco
cometerán matrimonio.

Se beberá con ahínco,
y al dar en punto las cinco
todos se irán al demonio.
Griselda será anfitriona
Chema Lozano es el juez,
se invita a toda persona
que lleve whisky escocés.”

filosofo2006@nullprodigy.net.mx