El manatí ya había perdido su color gris, dejando al descubierto la capa interior de la piel, además de que parte de la cabeza, del lado izquierdo, ya había sido desprendida, presuntamente devorada por las aves de carroña.
El animal medía aproximadamente metro y medio de largo y posiblemente tenga un peso superior a los 150 kilogramos, que es lo que suelen pesar los ejemplares de ese tamaño. Se estima que, por el tamaño, se trataba de una cría.
Precisamente fue la gran cantidad de zopilotes lo que durante la mañana del miércoles alertó a algunos pobladores de la presencia del manatí, sin embargo, la noticia no se dio a conocer más allá de la comunidad de El Tortuguero.
Apenas el martes 2 de octubre se encontraron dos manatíes debajo del puente Coatzacoalcos 1, aunque estos sí estaban vivos y retozaban entre las aguas grises del afluente, además de que tomaban como alimento el lirio de la zona.
En Tabasco, en semanas anteriores, se ha reportado la muerte de decenas de manatíes presuntamente por la contaminación de Petróleos Mexicanos (Pemex) a la Reserva de los Pantanos de Centla, de modo que existiría la posibilidad de que algunos de estos animales estén moviéndose de la zona afectada buscando áreas en donde puedan vivir, ya que pueden desarrollarse tanto en aguas saladas como dulces.
La distribución del manatí es amplia, fragmentada y agregada a los ríos, sistemas lagunares y bahías desde Veracruz hasta Quintana Roo, incluidos cenotes y caletas, pero también se encuentra en lagunas de Tamaulipas y Chiapas.
El manatí es un herbívoro que no tiene mayores depredadores, por lo que el hombre constituye el principal peligro para esta especie. En México está protegido por la NOM-059-Semarnat-2010 ya que se considera que está en peligro de extinción.
No es la primera vez que se encuentra un animal de gran tamaño muerto en las costas de Agua Dulce; en años anteriores se documentó el hallazgo de un delfín y de otro cetáceo, pero las autoridades de la Semarnat poco han hecho por revisar estos incidentes en la zona.
