Buen día apreciado lector:
Era un día soleado, sábado o domingo; a las ocho de la mañana las calles del centro de esta capital se empezaron a llenar de autobuses, que generosamente había cedido para tan noble causa, la Cooperativa del Servicio Urbano de Xalapa.
La gente empezó a llegar desde todos los puntos de la aún discreta urbe. Familias enteras, papás, mamás, hijos, con sus lonches a la mano, sonrientes, alegres abordaban los camiones.
Parecía día de fiesta y prácticamente lo era.
Iban contentos, emocionados, iban a un inesperado día de campo familiar; a conocer y a disfrutar de nuestra admirada montaña que nadie conocía de cerquita como seguramente pasa ahora con la mayoría de los xalapeños.
El gobernador Rafael Hernández Ochoa, oriundo de Santa Gertrudis, en la bella región de Vega de Alatorre y Misantla, ranchero, de vocación ecologista, había tenido la genial idea de convocar al pueblo a reforestar el Cofre de Perote, que a la distancia mostraba enormes huecos, como ahora, producto de las heridas que le causaron taladores profesionales y los propios habitantes, muchos de ellos, como hormiguitas, todos los días cortaban árboles llevándolos, a Xalapa, como ahora, para venderlos y mantener a la familia, ante tan terrible pobreza.
Claro, como ahora, el gobierno sabía, quiénes hacían la tala para sacarle toda la raja económica posible al bosque, pero…,pues son influyentes ¿no?
La gente respondió con sublime entusiasmo; se dio la orden de salida: una larga fila serpenteante de autobuses fue escalando paulatinamente la cima: la gente fue llevada a las áreas donde previamente estaban, en fila y junto a los hoyos, los cientos de arbolillos en cepa envueltos en cubiertas de plástico negro, listos para ser enterrados.
Soplaba un vientecillo fresco pero tolerable.
Niños y niñas con sus padres y abuelos, todos felices se dedicaron a la ejemplar tarea de repoblar la tierra. Lo malo que a muchos no les dijeron cómo hacerlo, los enterraron con todo y plástico y los arbolillos se secaron, muchos otros, a más de 40 años del suceso, entre ellos el sembrado por este reportero, lo más probable ahora luzcan altos y vigorosos, o hayan caído víctimas de la irreflenable tala inmoderada.
Comentando el tema con un habitante de la región, me decía: “¡pero la tala no se ha parado nunca!, dicen que la combaten y no es cierto, no hay ninguna policía forestal ,con mucha tristeza veo como a diario, ¡a diario!, bajan y pasan frente a mi casa de ocho a diez camiones cargados de troncos de árboles.
Cómo se extrañan aquellas incesantes defensas que desde el Diario de Xalapa hacía don Rubén Pabello Acosta, de nuestra querida montaña. para obligar al gobierno a voltear los ojos hacia ese hermoso bosque.
Ahí tiene el joven Cuitláhuac otro tema para recomponer nuestro hábitat en los próximos seis años. Cuando menos como hizo Hernández Ochoa, invite a ir a sembrar de nuevo ¿no?, ¿cómo ves diputada Cintya?, bien por las consultas sobre el medio ambiente, échale más ganas al Cofre.
Buena semana lector, con mucha paz y armonía en su entorno.
gustavocadenamathey@nullhotmail.com