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En 1987, el periodista Tom Wolfe escribe una novela que retrata hipocresía y excesos de la sociedad Neoyorkina. En la obra literaria se ve la influencia de unos sobre otros, el aprovechamiento del estatus social, la pérdida del mismo y enredos según convenga para los fines de algunos, además del olvido de las víctimas que sólo se utilizan para posicionamiento de otros, dicha obra vino de inmediato a mi mente al ver las portadas de la revista ¡Hola!, donde se puede apreciar a César Yáñez y Dulce Silva.
¿Cuál es el escándalo de dicha portada? Y ¿Por qué todos hablan de la majestuosa boda? ¡Simple!, la política anunciada y pregonada por Andrés Manuel López Obrador y sus más cercanos colaboradores fue la de austeridad, criticando constantemente a sus antecesores por un estilo de vida lleno de excesos y además exhibirlos en revistas, en este caso uno de sus hombres más cercanos ha caído en los mismos excesos, protagonizando un evento social con más de 600 invitados y donde el equipo de organización de eventos que hubiéramos imaginado en cualquier acontecimiento de los Peña-Rivera acompañó al futuro coordinador general de Política y Gobierno.
El costo calculado de la boda, oscila entre los 10 y 13 millones de pesos, lo cual puede ser un importe menor para grandes empresarios como es el caso de Dulce Silva, sin embargo César Yáñez y múltiples invitados al enlace nupcial están a punto de ser funcionarios públicos y rompieron todo intento de austeridad, faltando incluso a los lineamientos establecidos para colaboradores cercanos.
El evento realizado habla de un colaborador del Presidente, no de él en sí mismo, pero sí hace evidente que la austeridad planteada no se asume por todos, porque parece un lema muy conveniente cuando de conseguir votantes se trata, resulta favorecedor en medio de discursos de empatía, pero la realidad busca crear alianzas incluso con quienes antaño podían ser vislumbrados como enemigos y las estrategias dan distintos giros según se requiera en el momento.
“No caer en gritos ni estridencias” fue una de las solicitudes que el Presidente Electo había hecho a sus colaboradores, mismas de las que se hicieron caso omiso al protagonizar una portada del tabloide preferido de la sociedad adinerada de México, donde antaño acaparaba portadas Angélica Rivera y compartía imágenes de su majestuoso rancho Vicente Fox.
Como bien apuntaba Antonio Helguera, en este caso “El medio es el mensaje”, tal cual lo hubiera dicho Marshall McLuhan. Si bien se trató de una ceremonia privada de corte social y cada persona tiene derecho a realizarla como guste y en sus posibilidades, la difusión del acontecimiento a tabloides rosa y la extensión de la farándula que tanto se criticó durante la campaña es una muestra de hipocresía, reitero no del Presidente Electo, pero sí de algunos de sus colaboradores. Resulta incongruente criticar excesos y caer en los mismos, pero lo verdaderamente preocupante es que el sexenio aún no comienza y ya se están minimizando hechos similares bajo la etiqueta de que se trató de un evento privado.
Y aunque en efecto el evento fue privado, se contó con la asistencia de servidores públicos, de espacios de gobierno para lograr que la boda estuviera a la altura del sueño de cualquiera. Si este es el preámbulo al comienzo, los ciudadanos deberemos estar pendientes de cómo se conducen los servidores una vez instalados en el poder.