En el país, hay 27 millones de personas que sufren de dolores agudos a crónicos como consecuencia de diversas enfermedades. De ellas, sólo 5% recibe tratamiento adecuado para aliviar el dolor y 95% no cuenta con él, según la Asociación Mexicana para el Estudio y Tratamiento del Dolor.

La Ley General de Salud garantiza los cuidados paliativos que es el tratamiento, ante la imposibilidad de curar la enfermedad, que propone paliar los síntomas y ayudar al paciente a sobrellevar la enfermedad de la manera más digna posible. La morfina, en esto, tiene un papel fundamental como analgésico que permite al paciente dejar de sufrir dolor físico resultado de su padecimiento.

Para el caso de México, la falta de acceso a cuidados paliativos está relacionada puntualmente con las pocas posibilidades que tienen los pacientes de acceder a la morfina, como lo reconocen la Cofepris y la Secretaría de Salud.

La falta de morfina en México es un grave problema del sistema de salud pública que urge resolver. La carencia se agrava por el aumento de la expectativa de vida de la población que demanda en forma creciente cuidados paliativos. La OMS considera que “se debe promover la integración de los cuidados paliativos en la estructura y financiación de los sistemas sanitarios nacionales en todos los niveles de atención”.

Se estima que la demanda de la morfina en México, con fines médicos, es de 20 toneladas por año, de acuerdo con cifras oficiales. Hay especialistas que piensan que con 6 toneladas se puede hacer frente a la necesidad. En el país, toda la morfina para usos médicos se importa y la cantidad que se introduce no llega a los 700 kilos anuales. Así, el porcentaje estimado de la demanda que no está siendo atendida es superior a 90%, con base en datos oficiales.

En el 2011, el consumo de morfina per cápita en México era de 0.51 mg, mientras que la media de América Latina se ubicaba en 1.54 mg per cápita, siendo Guatemala el de menor consumo (0.08 mg) y Argentina el mayor (10.08 mg). Esto quiere decir que el consumo de morfina en México era 67% menor de la media de la región. Las cifras no han variado mucho.

Ante la violencia en las regiones del país donde se produce la amapola, de la que se deriva la morfina, desde hace 10 años ha habido diversas propuestas para legalizar-regular su producción, para poner fin a la violencia a través de la creación de una industria nacional que produzca la morfina que el país necesita, para su sistema de salud.

La futura secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, se ha pronunciado en ese mismo sentido. El próximo gobierno tiene una posibilidad, ésta sí histórica, para dejar atrás el paradigma punitivo–prohibicionista, que ha fracasado, y para dotar al sistema de salud de la morfina que requiere y ahora no se ofrece.

Las ideas y los datos de este artículo los he tomado de la tesis La falta de morfina en México: Un problema multifactorial, presentada por Sofía Aguilar Flaschka en la Universidad Iberoamericana en el 2017.

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