*Al viajar, hay que mirar con nuevos ojos. Lo que se pueda. Camelot.
EN EL ESCORIAL
Al Escorial se llega en busca de las tumbas de los Reyes y Reinas y pequeños infantes que gobernarían, pero no llegaron, la muerte se les atravesó. Compras el tiquet y pasas por los arcos donde captan si llevas alguna arma, o algo sospechoso, los dichosos rayos X como en aeropuerto. El terrorismo espanta a toda Europa. Había buen clima, dejó de llover, hay que ponerse en tiempo y con reloj en mano, porque la vuelta en los trenes tiene uno que andar puntual, mis antepasados ferrocarrileros me llevan a moverme en tren, los bellos trenes de alta velocidad que opera Renfe, la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles, que no han concesionada nada, ni sus autovías donde pocas casetas de paga hay, no que el bárbaro de Peña y su socio Ruiz Esparza le entregaron a sus cuates todas las autopistas y los cobros y las tarjetas IAVE. Aquí nada, los opera el estado, y los opera bien, limpios y con orden y eficiencia. El que tome un quinto del erario, lo encarcelan. Rajoy cayó por eso, en su partido se apañaron una lana y le dieron las gracias con una patada en el trasero, en el culo, dirían aquí. Esta vez, a excepción del año pasado, tomé fotos, como pude apuntaba mi teléfono y pude retratar las tumbas de Carlos V, que en México es famoso y conocido por su chocolate, pero aquí en España es reconocido como un buen rey, aunque escuché a la de seguridad que vigila el sitio, decirnos que Carlos III fue el más fregón. Aunque allí también está Felipe III. Tienen un sitio que se llama el pudridero. Ponen los cadáveres en ese lugar y esperan unos 30 años que se pudran bien para pasarlos a la sala principal. Allí está el abuelo del Rey, el Conde de Barcelona esperando su sitio a la galería de la eternidad. Y nada se sabe que dejará escrito Juan Carlos, padre del actual rey, para saber si allí lo sepultan, entre sus antepasados los borbones o se va a otra tumba. Visita de un rato, ver su hermosa Basílica y a darle a la comida, ahora el afamado Charolés estaba cerrado, me imagino no abren los domingos, pero encontramos uno de tapas y una botana, dirían en mi aldea, y a seguir caminando.
EN TOLEDO
No hemos parado, un día después a Toledo, la cuna del Greco. La ciudad Imperial, hacia Castilla la Mancha, la ciudad de las tres culturas por haber estado poblada durante siglos por cristianos, judíos y musulmanes. Ciudad de unos 83 mil habitantes, como mi pueblo, Tierra Blanca, pero con todo el arte que se pueda imaginar. Quien viene a España y no viene a Toledo, pues haga de cuenta que no vino. Se viene también en tren, o en autobús. Hace algunos años, estando aquí en Madrid, encontré al expresidente Miguel de la Madrid, había dado una conferencia en la Universidad Complutense y ahí me tenéis yendo a ver si le soltaba una pregunta. Y como esa mañana andaba yo mismo muy jodedor, pues que se la suelto, un venezolano que estaba a mi lado, me dijo: “Chico, que vaina le has soltado”, reñía en esos días con Roberto Madrazo, el rey de los atajos, y no recuerdo qué demonios le pregunté, pero el expresidente me vio con cara de what, y habrá dicho: este bárbaro de donde salió. Al terminar fui a saludarlo, maldije no haber llevado mi cámara porque, aunque fue un presidente medio gris, siempre es bueno retratarse con los picudos, a su lado su esposa, Paloma Cordero, padre y madre de nuestro actual secretario de Turismo, de los pocos que Peña Nieto tiene como eficientes, que ha puesto a México en el sexto lugar del turismo mundial. Le pregunté al presidente qué haría, me dijo que iba a Toledo, todos los caminos desde España conducen a Toledo, quien anda por aquí y no ha ido, se ha perdido de una ciudad maravillosa que, además, tiene al Greco. Su Basílica es preciosa, como la de Sevilla y muchas españolas. Ciudad que puede uno ver cuántas veces se pueda, creo que con esta es la cuarta o quinta vez que me placeo por ahí. Cuando se trepa en la subida que te lleva el carrito de turismo, y hace un alto para tomarse las fotografías en la cañada y os bellos edificios, aquello es de recordarse, paisajes inolvidables y el Rio Tajo bordeando la ciudad, dándole un toque de distinción. Aquí, a diferencia de El Escorial y el Valle de los Caídos, que cae nieve y a veces hasta de 30 centímetros, aquí en temporada de frío es tiempo bueno, hoy hacia un calor rico, y un buen viento disipaba los temores, y hace que Toledo, sea ciudad de primera, Patrimonio de la Humanidad. Un rato y un tentempié y unos suvenires de su bronce artístico. La historia de la ciudad se remonta a la edad del Bronce, cuando en el año 193 antes de Cristo, los romanos llegaron ya y llegaron no bailando ricacha, llegaron a conquistarla. De ahí su belleza. Esa altura de cien metros donde se ve hacia abajo el Rio Tajo y las obras monumentales, es algo para recordarse toda la vida. Allí se mama historia, de la buena. El tren hace escasos 33 minutos y bajando la terminal te impresionan su arte barroco de los edificios, el de la terminal te pone en un wow, y a subirte al turibus y a admirarla.
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