Hace poco más un año, para más exactos en septiembre 8 publiqué una Política incorrecta dedicada al genio musical de Zanzíbar, Tanzania, África, hoy me permito republicarla porque se acaba de estrenar a nivel mundial su biopic (película biográfica o biopic es un género cinematográfico que consiste en la dramatización cinematográfica de la biografía de una persona o grupo de personas reales, según el buscador más conocido).
Para un servidor, Mercury y la banda Queen es uno de los sucesos musicales más importantes de los últimos cuarenta años. Dejaron –y él en especial, Mercury- una huella muy importante en el mundo de la música. A ver qué les parece:
El 5 de septiembre pasado, si viviera, Freddie Mercury estaría cumpliendo 71 años de edad (1946). Freddie, cuyo verdadero nombre era Farrokh Bulsara, nació en un lugar remoto de África oriental, en Stone Town, Zanzíbar, que es una de las dos grandes islas pertenecientes a lo que hoy es la Republica Unida de Tanzania, situadas en lo una porción del Océano Índico, para situarnos bien geográficamente en lo que fue la ruta marítima de las especias que conectaba a Europa con la India y la isla de Ceylán.
Mercury fue todo un caso de sofisticación en cuanto a la mezcla de su sangre. Nació en África, en una posesión británica (protectorado), de origen parsi, que es una etnia de origen persa (iraní) asentada en la India y en parte de la región centro oriental del continente africano, cuya religión comunitaria es la Zoroástrica, por si algo faltara en cuanto a rarezas. Pues en todo este mundo abigarrado, extraño y misterioso están los orígenes de este hombre, genio singularísimo y excepcional que revolucionó al mundo de la música del pop rock a partir de mediados de la década de los setenta.
La primera vez que escuché a la Reyna (Queen), lo recuerdo muy bien, fue en 1977. ‘Alguien a quien amar’ (Somebody to Love) que fue la principal canción del álbum ‘Un día en las carreras’ (A Day at the Races), que fue el quinto álbum de la banda británica. Esta canción desde la primera vez que la escuché, cursaba el segundo año de preparatoria me deslumbró por la originalidad de la rola, que combina la voz de privilegio de Mercury con una sonoridad y orquestación como pocas veces había escuchado desde los mismos The Beatles, tal vez un poco Led Zeppelin, y gente de la talla de Elton John y quizá también Billy Joel con su ya mítica ‘El pianista’ (The Piano Man’).
Pero todo en Queen era notable, pondría por delante la voz tan peculiar, única diría yo de Freddie Mercury, con un registro vocal excepcional, más su personalidad arrolladora en los escenarios, que atraía, embrujaba a los espectadores porque era un hombre magnético, que exudaba talento, carisma, personalidad. Hay que recordar aquella memorable presentación en el estadio de Wembley a reventar, hasta el tope, en donde ante quizá 100 mil almas fue capaz de improvisar un coro que fue coreado por todo el estadio ahí congregado, esta actuación de Queen ha de ver sido allá por 1985. Pero insisto, Freddie era el gran líder de la banda, el compositor y vocalista genial, pero no se quedaban atrás el resto de sus integrantes: Brian May, Roger Taylor y John Deacon, que son músicos con un perfil excepcional, talentosísimos, genios todos ellos con atributos personales que van desde la física hasta las matemáticas.
¿Que Freddie Mercury murió de SIDA, por complicaciones que le trajo la enfermedad a su sistema respiratorio?, la verdad es que son cosas accidentales e incidentales que empequeñecen ante la magnitud de su genio personal, de sus capacidades como cantante y compositor, carismático, que arrastraba multitudes por su personalidad tan impactante. Ahí quedan todas sus inmortales composiciones, desde We Are the Champions, que se ha convertido en una suerte de himno que se canta en cualquier arena o estadio del mundo cuando un equipo de cualquier deporte resulta campeón, o Bohemian Rhapsody, que es un ensamble barroco de voces que combina el clasicismo juglar con poderosas y entonadas voces, maravillosa simple y sencillamente.
Murió Freddie de manera prematura, sin duda. Se le extraña al tipo, su talento, su voz, a su misma singularidad de artista único e irrepetible. Seguramente seguiría cantando para deleitarnos con su educada voz a sus fans alrededor de todo el mundo. Ahí está para muestra el señor Tony Bennet que todavía a sus 90 años sigue tan campante cantando con esa potente voz como si fuera un chaval de 20 años.
¡Dios salve a la leyenda y lo tenga con él en el reino de los cielos!
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@marcogonzalezga