Mal momento para que un grupo de habitantes de Centroamérica pretenda cruzar la frontera norte para migrar a los Estados Unidos, simplemente no los van a dejar pasar y si intentan ingresar al otro lado de la frontera mucho me temo que dispararán los soldados norteamericanos dos o tres tiros de emergencia y lo siguientes irán en contra de la humanidad migrante.
En el mejor de los casos era mejor tratar de cruzar de manera ilegal la frontera por goteo, poco a poco, gradualmente, en masa lo más seguro es que fracasen y, lo que es peor, van a poner en riesgo la vida. No entienden la falta de calidad humana que distingue a quien gobierna al vecino del norte.
Por otra parte, escogieron la peor época para internarse como caravana en México. El gobierno que se va en poco menos de un mes ya no quiere queso, por lo que poco va intentar hacer para brindarles apoyo. Lo mejor que se puede hacer es ir previendo de qué manera México los puede absorber como una fuerza potencial laboral que se pudiera integrar a las actividades productivas del país y a las fuentes de empleo existentes.
Creo que las autoridades migratorias del país deben empezar a regularizar migratoriamente a la caravana y a sacar padrones de los perfiles de la gente que en estos momentos está cruzando el territorio mexicano con destino al norte. Sobre todo si se considera que seguramente en la caravana viene de todo. Como hubiera dicho mi madre si viviera: “unos vienen a la pena y otros a la pepena”.
México no es ni el paraíso ni la tierra prometida para los centroamericanos, pero estoy seguro que las condiciones de nuestro país, con todos los problemas que tenemos, son infinitamente superiores a los de ellos, de cualquiera, del que me diga usted.
Busquemos las mejores opciones.
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