EL COLEGIO NACIONAL: 75 AÑOS. “LA LIBERTAD POR EL SABER.” (V)

En el prólogo que escribió el Maestro Sergio Pitol sobre el libro: “Ulises Criollo” de José Vasconcelos, publicado por la Editorial Porrúa, nos cuenta que su primer conocimiento de Vasconcelos fue a los once años y que un día se encontró con: “La Tormenta”, sin saber de qué trataba empezó a leer la obra y al ver su tía el título y el autor que leía, le sugirió que cambiara la lectura, horas después un amigo de la familia del entonces joven Pitol, le dijo: “Léelo, no permitas que te oculten nada; léelo, te va a hacer bien. Vas a saber lo que es un hombre de verdad caído en medio de una bola de lacayos y pendejos. Luego la conversación se animó más con anécdotas sobre el personaje, su pasado, sus viejas, su campaña presidencial, su derrota y su fe en México, que la nación no había sabido apreciar.”
El Maestro José Vasconcelos siempre ha provocado controversia, repulsión y admiración, grandezas y miserias, indudablemente fue un hombre trascendental en la primera mitad del siglo XX mexicano, a Vasconcelos lo recordamos fundado el Ateneo de la Juventud, siendo Rector de la Universidad Nacional de México, creando y dirigiendo la Secretaria de Educación Pública, fundando el Colegio Nacional, todo esto y mucho más representa la figura del Maestro de América, sin embargo, José Vasconcelos fue ante todo un filósofo, un literato, un extraordinario cronista, y recordaremos a uno de los miembros fundamentales del Colegio Nacional presentando su libro titulado: “La Sonata Mágica.”
La obra contiene cuentos, crónicas de viajes, relatos, ensayos, en total son veinticinco interesantes artículos por leer donde la temática es rica y abundante incluso en un sólo relato. El escritor y crítico literario don Antonio Castro Leal, manifestó que con “La Sonata Mágica” José Vasconcelos tiene un lugar muy importante en la historia de las letras mexicanas.
El Maestro Vasconcelos fue un gran viajero y conocedor de diversas culturas, en la obra conoceremos desde la visión del escritor la ciudad de Bagdad, realizaremos un recorrido por una Ciudadela turca donde nos acercaremos a su cultura, tradiciones, mezquitas, costumbres. Cuando el Maestro nos hace viajar por Europa su descripción es tan magistral que el lector se siente trasladado al lugar descrito, en la crónica titulada: “Siesta Florentina”, Vasconcelos nos cuenta que desde su primer contacto con Florencia quedó atrapado por esta histórica y emblemática ciudad italiana:
“Hay ciudades que nos rechazan; sentimos en ellas inquietud y disgusto, casi congoja. Así me pasó en Génova, de donde partí sin acabar la visita obligada de museos y palacios. Caí en seguida en el breve encanto de Pisa, y por fin, un día después, entré en Florencia, la milagrosa. Llevaba días y días de contemplar muros pintados, naves, torres, palacios, y galerías, y comenzaba a serme familiar el espectáculo dulce de las colinas ornadas de cipreses, pulidas en el cristal del aire inmóvil.”
El Maestro nos sigue contando que en esa ciudad conoció a una bella dama florentina llamada Beatriz, quien se convirtió en su guía y amiga, fue por medio de ella que tuvo su primer encuentro con el gran artista florentino Donatello, creador de la escultura de bronce “El David”, con el paso de los años “El David” de Donatello es menos conocido que “El David” de mármol de Miguel Ángel, pero a través de la historia del arte aprendemos que Donatello es un artista importantísimo y pionero de los inicios del renacimiento italiano.
José Vasconcelos nos hará caminar y degustar por muchas ciudades europeas, el artículo dedicado a describirnos la ciudad de Roma es muy interesante por la crítica e interpretación que realiza Vasconcelos del pasado y el presente de esta inigualable ciudad, el artículo lleva el título de: “Los mismos” e inicia describiendo las características del Coliseo, una vez descrito el lugar, José Vasconcelos escribe la siguiente reflexión:
“Estamos en el Circo en ruinas. Afuera, Roma, la misma Roma, padece la tristeza del domingo protestante, que se ha ido imponiendo en todos los poblados. Unos cuantos visitantes suben por las gradas, se pierden por los vomitorios. Cuesta trabajo representarse aquel mismo circo hace dos mil años o mil quinientos. Cien mil espectadores ya degenerados, sumisos a su César. Y abajo, la farándula trágica de las fieras, los atletas, los verdugos y los mártires. La humanidad se había vuelto loca y devoraba a los justos en cuanto confiaba su destino a cualquier Augusto imbécil, que en una República bien ordenada hubiese parado en presidio. Todavía hay en el ambiente aquel pecado de lesa civilización. La victoria de los cristiano no alcanza a Roma, no le devuelve el antiguo poderío ni siquiera la rejuvenece. Roma podrá ser eterna, pero no ha vuelto a ser lozana; menos hoy que es fascista.”
El titulo de “Los mismos” lo va justificando José Vasconcelos en dos sentidos, por una parte realiza un elogio a la lucha del cristianismo por sobrevivir e imponerse a la persecución romana y ser hoy una doctrina vigente, esperanzadora: “Nuestra presencia en este sitio es el testimonio renovado de la fe a través de los tiempos. Pasaron las multitudes que vociferaban; cayeron los Césares, y la historia ha seguido forjando cambios; pero los cristianos seguimos firmes, hoy como ayer, penetrados del espíritu divino, que no reconoce mudanza. Dispuestos a sufrir por la fe. Los imperios son efímeros; sólo nuestra religión es eterna. No obstante las persecuciones, los cismas y el pecado, la fe subsiste y alienta hoy vigorosa en nuestros pechos.”
El otro sentido en que afronta el título “Los mismos”, es mediante una fuerte crítica a la realidad de lo que vive el mundo en la actualidad, es decir, aparentemente se acabó con la esclavitud, con las tiranías, las crueldades y barbaries, ilusoriamente creemos que vivimos en igualdad, fraternidad, pero la realidad le enseñaba a Vasconcelos y nos sigue enseñando a nosotros que lo único que ha cambiado son los conceptos, pero que el mundo sigue siendo bárbaro, despiadado y cruel, por ello el Maestro Vasconcelos cuando vio una peregrinación de creyentes en las calles de Roma, pensó y escribió:
“Y no se veía radiosa, ya la diferencia de los supuestos vencedores, los cristianos de hoy, y los cristianos de ayer martirizados; en el fondo eran los mismos, los eternos expoliados, los vencidos en las luchas implacables del mundo. Aquel era el cortejo de los proscritos en el valle de las lágrimas. El destino ya no los arroja a las fieras porque sus brazos son útiles al taller, ya no padecen bajo el látigo, pero soportan el quebranto continuo de los salarios mezquinos. No cabía duda, los de hoy invocaban a sus hermanos, los esclavos de antaño, y juntos elevaban preces a la esperanza. También los amos de hoy, desde sus palacios de Londres y de Nueva York, reviven el desdén de los patricios del Imperio. Y más listos que sus predecesores, mandan al Senado a sus lugartenientes y así eluden las contingencias, las responsabilidades, disfrutan no más las ventajas del señorío. Más divididos, más impotentes, y sin la ilusión de que los hijos verán brillar el sol de la justicia.”
Finalmente, el argumento del cristianismo es que ÉL algún día regresará, pero mientras no venga, si es que realmente vendrá, la historia continuará y no cambiará, de eso estoy totalmente seguro…
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