“Thomas Mann.”

Desde el año 1901, cada diez de diciembre la Academia Sueca entrega el Premio Nobel de Literatura, para el mundo de las letras el Nobel es el galardón más importante que puede recibir un escritor. Desde su creación el Premio sólo en 1914, 1918, no fue entregado por motivos de la Primera Guerra Mundial, en 1935 fue declarado desierto, y de 1940 a 1943 no se entregó a causa de la Segunda Guerra Mundial, desde aquellos años el Nobel se concedió de manera ininterrumpida hasta el 2017, éste año el Premio Nobel no se entregó por problemas de corrupción y diversos señalamientos al interior de la Academia, es indudable que independientemente a los gustos y preferencias, polémicas y debates, el otorgamiento anual del Nobel es un acontecimiento muy esperado por el mundo literario, por tal motivo, el presente mes será dedicado a recordar a tres Nobeles e iniciamos con el escritor Alemán Thomas Mann.
Thomas Mann recibió el Nobel en el año 1929, Mann desde muy joven empezó a consagrarse como un escritor de culto, perteneció a una destacada familia alemana, su hermano mayor Heinrich Mann también es un escritor mundialmente afamado por su novela: “Profesor Unrat” publicada en 1905 y llevada al cine bajo el título: “El Ángel Azul”. Las primeras obras publicadas de Thomas datan del año 1903, (Tonio Kröger es una novela importante), pero la primera obra que se convirtió en un clásico de la literatura universal fue publicada en 1912 la cual lleva el título: “La muerte en Venecia.”
Sobre esta pequeña y sensacional novela se pueden decir muchas cosas, de entrada la sola ciudad de Venecia es motivo de análisis al ser una ciudad histórica y permanente en las obras literarias, e incluso como señala el Maestro Sergio Pitol en su libro: “El Arte de la Fuga”, que en muchas ocasiones Venecia es la protagonista central, y si bien en la novela de Thomas Mann el protagonista principal es el escritor Gustav Von Aschenbach, la ciudad de Venencia será el escenario central de toda la historia.
Aschenbach es un escritor de unos 50 años de edad, desde los 40 años ya era un escritor consagrado y reconocido en Alemania y en diversas partes del mundo, al puro estilo Alemán Aschenbach desde muy joven llevó una vida disciplinada, ordenada, dedicada a desarrollar su arte como escritor. Aschenbach vivía en Múnich, se casó pero su esposa murió, su única hija estaba casada y él prácticamente llevaba una vida solitaria, despreocupada económicamente, tenía su casa en la ciudad y una casa en la montaña para pasar temporadas de verano, en general, un hombre tranquilo que con el paso de los años empezó a sentir cierta soledad y deseos de modificar un poco su metódica vida, un día cualquiera salió a caminar por las calles de Múnich para aclarar y refrescar sus ideas, y después de un largo paseo con encuentros medios misteriosos, decidió emprender un viaje de vacaciones, originalmente Venecia no era la ciudad elegida, pero las circunstancias orillaron a que Aschenbach decidiera pasar unas largas vacaciones en la emblemática ciudad donde nació el famoso seductor Jacobo Casanova.
Aschenbach se fue a hospedar a la zona del Lido, en el Hotel Bader. En lo que se va desarrollando la historia Thomas Mann realiza un análisis de la obra publicada por Aschenbach, donde parte importante de la temática es la muerte, la soledad y particularmente el tema de la belleza, en diversas ocasiones acude al dialogo platónico “El Fedón” en el cual Sócrates discute con sus discípulos sobre el tema de la belleza, sin dejar de señalar que además del análisis reflexivo y literario de la obra de Aschenbach, en el contenido de la propia historia el tema de la muerte, la soledad, la belleza, el amor, está incluido, un ejemplo es cuando Aschenbach reflexiona sobre su propia obra:
“Casi todas las cosas grandes que existen son grandes porque se han creado contra algo, a pesar de algo: a pesar de dolores y tribulaciones, de pobreza y abandono; a pesar de la debilidad corporal, del vicio, de la pasión. Esto era algo más que una observación: era el resultado de una experiencia íntimamente vivida por él, la fórmula de su vida y de su gloria, la clave de su obra, ¿Por qué había de extrañar el hecho de que la más peculiar de las figuras por él creadas tuvieran su carácter moral?”
Ya en pleno disfrute de la ciudad de Venecia, de la privacidad y exclusividad del hotel, Aschenbach empieza a disfrutar del calor, de la Plaza San Marcos, sus palacios, de la playa privada, comparte el espacio con familias rusas, alemanas, polacas, inglesas, y aquí es cuando aparece en la historia el joven Tadzio, de origen polaco y descrito como un joven bello, seductor a primera vista, Aschenbach queda impresionado al momento de verlo, nunca tendrán contacto con él, tal vez, sólo una sonrisa es lo máximo que recibe del joven, en momentos se percibe como un amor sensual, en otros un amor paternal, en muchos instantes un amor a la belleza al puro estilo griego, lo que queda muy claro es que esta pasión por Tadzio será el motivo del derrumbe y declive del afamado escritor.
Aschenbach lleva cuatro semanas de vacaciones, su dedicación total y disfrute es observar y seguir al joven para admirar su belleza, en algunos momentos intenta abordarlo pero duda y retrocede, mientras esto sucede, la ciudad de Venecia es atacada por la epidemia de la peste, Aschenbach después de varias investigaciones descubre el motivo del desagradable olor de la ciudad, aun así, decide quedarse para seguir disfrutando la belleza del joven, el final de la historia lo dejo abierto para su lectura, pero la parte interesante planteada por Thomas Mann consiste en saber si la admiración y enamoramiento de la belleza nos eleva el espíritu o nos convierte en personas indignas, es decir, el deseo, la pasión, el desenfreno de la razón puede llevarnos a un absoluto descontrol, en esta parte Thomas Mann cita: “El Fedón” de Platón:
“Porque la belleza, Fedón, nótalo bien, sólo la belleza es al mismo tiempo divina y perceptible. Por eso es el camino de lo sensible, el camino que lleva al artista hacia el espíritu. Pero, ¿Crees tú, amado mío, que podrá alcanzar alguna vez sabiduría y verdadera dignidad humana aquel para quien el camino que lleva el espíritu pasa por los sentidos? ¿O crees más bien (abandono la decisión a tú criterio) que este es un camino peligroso, un camino de pecado o perdición, que necesariamente lleva al extravío?”
Novela apasionante, intensa, una joya literaria que nos permite conocer y poder relacionar muy íntimamente dos obras monumentales en el mensaje central y final de sus historias. Me refiero a “El Ángel Azul” de Heinrich Mann donde un estricto, reconocido y respetado profesor llamado Inmmanuel Rath es degradado y humillado por el amor intenso hacia una bella dama (papel interpretado por Marlene Dietrich), al extremo de terminar convirtiéndose en un bufón, sin dignidad, vejado por la sociedad. Y si en 1905 el final del profesor Inmmanuel Rath es doloroso, en 1912 con “La Muerte en Venecia” el escritor Gustav Von Aschenbach tendrá un final igual de indigno, todo su pasado de gloria, grandeza, dignidad, es arrojado al mar producto de la pasión que siente por el joven Tadzio.
Por eso Sócrates le enseñaba a Fedón que nuestras ansias están en el amor y que: “Tal es nuestra gloria y tal es nuestra vergüenza. Cierto es que quisiéramos negarlo y adquirir una actitud de dignidad; pero como quiera que procedamos, ese abismo nos atrae.” Unos de los ejemplos más universales son el profesor Inmmanuel Rath y el escritor Gustav Von Aschenbach.
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