Tan pronto aparece por los pasillos del aeropuerto capitalino, el Presidente Andrés Manuel López Obrador es rodeado por decenas de personas. Se le acercan para saludarlo, tocarlo, palmearlo, pero sobre todo para tomarse selfies. El accede, apapacha, besa, sonríe, reparte abrazos y bromea. «Se le va a ir el avión por andar en eso», suelta una mujer de la tercera edad. «No, todavía no se va», contesta sonriente del jefe del Ejecutivo. «Un aplauso para el Presidente», pide emocionado un señor. Viaja por Interjet a Mérida. La nota es de Antonio Baranda en «Reforma».