Por Ramón Durón Ruíz (†)
Diciembre es natividad, nacimiento de una oportunidad más para que expreses todo el maravilloso potencial de amor, dones y abundancia de bienes que en tu interior anida, a tu familia, a quienes te rodean, a los que amas y te aman, a quienes te dan su amistad… a la vida entera.
Época para que vivas a plenitud el don de la gratitud, porque mientras otros políticamente más poderosos, económicamente más solventes, más inteligentes, más sabios, más ilustrados que tú, ya murieron, tú estás aquí recreándote en los cientos de bendiciones que Dios tiene especialmente para ti y formando parte del milagro de la vida.
Recuerda que la gratitud tiene la fuerza de armonizarte con el universo, mientras la ley de la gravedad atrae al centro de la tierra los objetos, la ley de la gratitud atrae al centro del cielo tu vida.
Tiempo este, para que te hagas copartícipe de la fiesta de la vida teniendo la virtud de dar, porque dar es dejar de pensar en ti, para pensar en los demás, A. J. Jackson afirma: “Es mayor la bendición de quien da, que la de quien recibe”
Dar y recibir forman parte de una relación perpetua e infinita, en la misma intensidad y medida en la que das… recibes, si das odio, recibes odio; si das amor recibes amor, pero multiplicado a la N potencia.
Esta es una fecha propicia para que abras de par en par tu vida y des todo de ti, sabiendo que dar no tiene que ser necesariamente un regalo físico, puedes dar: un abrazo, unas palabras de afecto, un mensaje de aliento, una bendición.
Cuando eres capaz de dar pleno de la humildad que Jesús nos enseñó, el cofre de tu vida estará preparado para recibir y gozar a plenitud de los bienes que el universo tiene preparados para ti.
Diciembre es fecha para que atiendas, escuches, ames a los tuyos, a tu familia, a tu pareja, a tus hijos, a tus amigos, ellos te solicitan… pero en el fondo tú los requieres más.
Estos días son especiales para que recuerdes que los problemas de todo el año son de la vida, no son tuyos, así es que arrójalos al cesto de la basura, es el tiempo de que te deshagas de ellos, que no sean lastre que impidan a tu alma levantar vuelo.
Son días para disfrutarlos a plenitud recordando la brevedad de tu paso por esta carnalidad, y si la vida es corta y breve, disponte a disfrutar la magia de cada segundo, de cada minuto, de cada instante, que la vida está llena de momentos, de ti depende lo maravillosos que sean.
Diciembre es tiempo para que tengas la habilidad de compartir el milagro de la alegría de vivir en la frecuencia altísima del amor, que es una magia que no tiene principio ni fin, y que te ayuda a debilitar tu ego que tanto daña tu vida.
Es fecha propicia para que con la magia del perdón, en sus cuatro direcciones, aligeres la carga de tu vida y amorosamente equilibres tus sentidos, sabiendo que no puedes encontrar nada en el exterior que no anide en tu interior.
Es tiempo para que regales una sonrisa, esa que dice que adentro de ti hay un alma en plenitud que se regocija con los milagros de la vida, que obsequies el buen sentido del humor que genera un estado de bienestar emocional, físico, psíquico, mental sin comparación.
A propósito de buen sentido del humor, hay un viejo chiste que adjudico al Filósofo. “Resulta que el “Pomponio” Garza, el más chico de sus nietos hacía la tarea y se le acercó preguntándole:
–– ¡Abuelito!, ¿cómo se llama cuando dos personas duermen en el mismo cuarto y una de ellas está encima de la otra?
El Filósofo sorprendido por la pregunta, carraspea y nervioso decide hablarle con la verdad.
–– A eso se le llama: ¡tener relaciones sexuales!
El niño toma nota y al día siguiente llegando de la escuela enojado le dice:
–– ¡Abuelo!, no se llama relaciones sexuales, sino literas y… ¡LA MAESTRA QUIERE HABLAR CONTIGO!
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