El que esto escribe no es ningún conocedor de aromas para caballero. Hubo un tiempo que me decanté por la loción Vetiver, la más clásica entre las clásicas fragancias para caballero. Decir Vetiver era decir elegancia, galanura, galantería, seducción. De lo que no me percaté en ese entonces es que yo no podía llegar a las aulas universitarias oliendo a gentleman, era algo hasta ridículo. Vetiver va bien con personalidades maduras, diría que no va conmigo ni siquiera ahora que rebaso la media centena de años. Pero con el tiempo han aparecido otro tipo de aguas perfumadas que se han ganado el mote de clásicas, como es el caso de Fahrenheit, algo así como el meridiano cero. Pero esta loción no es una cualquiera, los que saben dicen que su aroma recuerda al de la gasolina. Algo hay de cierto en ello. Dice El País que “es la versión aromática de una moto sobre el asfalto al atardecer. Es contundentemente masculina, tal y como se concebía la masculinidad en el cine y la televisión de los años 80, cuando nació”. Mmm… quizá, lo que sí sé es que, al igual que la de la Casa Guerlain, Fahrenheit es una fragancia para caballeros maduros, un chaval no puede andar por ahí, paseándose por el barrio oliendo a Fahrenheit, es como muy sofisticado. Su base proviene de la resina de benjuí, sándalo y unas notas de salida de espino, madreselva y violeta. Tiene muy buen fijador que hace que su aroma perdure tres o cuatro horas después, sin embargo, hay un cierto toquesillo como a gasolina perfectamente identificable. Muy propio para oficinas ejecutivas con trabajo intenso. Lo escribe Marco Aurelio Gonzàlez Gama, directivo de este Portal.