Gilberto Haaz Diez.
PERIODISMO DE FICCION
Hace cosa de nada, un reportero de la revista New Yorker dimitió tras descubrirse que se inventó citas de Bob Dylan. New Yorker es el templo del periodismo, hagan de cuenta ir al Vaticano y postrarse ante La Piedad de Miguel Ángel o babosear al cielo al ver La Capilla Sixtina, o entrar al Barcelona al Camp Nou y que le dejen a uno tirar una cascarita con Lionel Messi. Más o menos. Por New Yorker, baluarte del buen periodismo, han pasado plumas como John Updike, J. D. Salinger, Truman Capote y Jonathan Franzen, entre otros. Puro picudo. Aporta escritores para los afamados Premio Pulitzer, como pocos. Pero no aceptan ‘piratas’ ni ‘piratería’. Hace nada echaron de sus filas a un joven periodista, Jonah Lehrer, por fusilarse a sí mismo en un reportaje que había publicado en otro medio y por las citas balines y chafas de Dylan. Bah, no tendría la menor importancia. Casos famosos ha habido. Y los escritores, como los novelistas, van viviendo ya de sus mentiras, como esa canción mexicana. Sé que mientes al besar y mientes al decir te quiero. Así es el periodismo. El despedido era redactor de plantilla, sueño de muchos periodistas, desde marzo de 2012. Los tiempos de la humanidad registran plagios. El internet ahora facilita el plagio pero también es más fácil de descubrir. En 1980, a los 26 años, Janet Cooke publica ‘La historia de Jimmy’, sobre un niño de ocho años adicto a la heroína. Gana un Pulitzer antes de admitir que el reportaje era una invención. En 1998, la revista The New Republic admite que 27 de los 41 reportajes que ha escrito para ella el periodista Stephen Glass contienen mentiras o invenciones. En una de ellas se inventó a un hacker y una empresa a la que había atacado. En 2003, Jayson Blair, una joven estrella de 27 años de The New York Times, admite que se ha inventado fuentes y citas en decenas de noticias. Llegó a firmar crónicas desde ciudades que nunca había visitado. El rotativo se vio obligado a publicar en su primera plana una nota en la que informaba que Blair, que había escrito de asuntos tan diversos como el francotirador de Washington o las consecuencias de la Segunda Guerra del Golfo, era un fraude. En 2004, el diario USA Today admitió que su reportero Jack Kelley, de 43 años, nominado a un Pulitzer en 2002, se había inventado la información de al menos ocho crónicas, especialmente una sobre el caso de una mujer que supuestamente había muerto huyendo de Cuba en una lancha. En mayo, Arnaud de Borchgrave, un veterano de The Washington Times, dejó de publicar sus columnas después de que se encontraran similitudes exactas entre ellas y notas de agencias y noticias de algunas páginas web. Jonah Lehrer, de 31 años, ha dejado su puesto en The New Yorker después de admitir que había reutilizado material suyo de otros medios y de haberse inventado citas de Bob Dylan. Fuente: diario El País.
NO SOY BELLA
Qué puede ocurrir para que una actriz que es bella lo niegue. No lo sé. Marilyn solo era bella, y no tan buena actriz, aunque el mundo se siga rindiendo a sus pies y le produzca filmes donde ella cuente sus penas, que a veces las lanzaba al viento, como se ve en la cinta ‘Mi semana con Marilyn’, un claro homenaje a esa rubia que murió en plena edad joven, a sus 36 años, cuando su leyenda comenzó a brillar por todos los países. Es común ver subastas donde subastan todo de ella, desde los chones hasta los vestidos que usó, pañoletas, zapatillas y quizá el perfume que le dejaron los hermanos Kennedy impregnado a su piel. Ella nunca lo negó. Quería ser bella y símbolo sexual y lo sigue siendo, pese a que hace cincuenta y seis dejó de existir. Era bella y no tan buena actriz, pero eso, su belleza, le perdonó todo lo otro y sirvió para inmortalizarse entre las mujeres que aún perviven como mitos. Hay otra que sigue sus pasos, Scarlett Johansson, solo que a ella no le gusta que le digan que es un símbolo bello sexual. Musa del cineasta Woody Allen, que la lleva un día sí y otro también a filmar película tras película, la estadounidense danesa grita a los cuatro vientos que nones, que ella lo que quiere es actuar y ser reconocida por su talento, que la belleza, como el huamachito cuando no florece, pasa y se acaba algún día. Unas fotos suyas totalmente desnuda, hackeadas por un pillín cibernético que está tras las rejas, hacen ver su belleza en toda esplendidez. No soy bella, grita la Scarlett como si fuera jueza de programa de concurso televisivo, sin embargo, todas ellas algún día se han retratado y posado como lo hizo la Marilyn, la eterna Monroe. He aquí una foto similar. La de la izquierda es Marilyn, la de la derecha, la Johansson, la que no quiere ser bella. Ambas bellas. Y sexuales.
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