De vez en vez es bueno regresar a las cosas cotidianas, aquellas pequeñas cosas, disímbolas, en apariencia intrascendentes, cosas que de repente se le vienen a uno a la memoria, cual ‘flashazos’ –flashbacks-, que siente uno como que renace de entre sus cenizas. Y es que me estaba acordando, no sé por qué –así son los flashazos-, de las llamadas tortas pleonasmo o pleonásticas, ¿las ha comido usted? Antes debo decir que el que esto escribe es un amante de las tortas, son de las cosas que más extraño de mi tierra aquí en Xalapa. En mi pueblo, la especialidad de la casa, digamos que el plato por excelencia que consumimos las masas, son las tortas, de pierna de puerco blanca –no enchilada o adobada-, de jamón envinado, ¡pero el auténtico!, no el que pintan en los supermercados con vino jerez y azúcar mascabado, el de El Borrego, jugoso y tierno, y de ahí hay una gran variedad de tortas que van desde las que se hacen con jamón serrano, lomo embuchado y salamis. Hay también de lomo adobado, de queso de ‘bola’, quesillo y manchego, pero las auténticas son las dos primeras que mencioné, en ‘Pedro’ –un buen día como no queriendo se despacha como 1,000-, ‘Pepín’ –la salsa de chile serrano, cebolla y cilantro picados son de época- y El Borrego –nada más le ponen a cada bolillo como 150 gr. de jamón-, pero cuando vaya al ex D.F., no deje usted de probar las tortas pleonasmo o pleonásticas, muy, pero muy llenadoras, y para comerlas olvídese usted que está sometido a un régimen dietético, hay que comerlas sin remordimientos de ninguna clase, como si no hubiera la promesa de un mañana. Las de tamal, también llamadas ‘guajolotas’, son el exceso del exceso, dicen que ya las comía Cuauhtémoc, y recién surgió en la esquina de Alfonso Reyes y Tamaulipas, en un puesto de la calle, la torta de chilaquil, rojos o verdes, con bastante queso fresco desboronado, crema agría y cebolla, más su respectivo chile jalapeño en vinagre o habanero. Si no las ha probado, ¡pruébelas!, son auténticas ‘Michelin’, eso sí, si va a las auténticas de la Condesa, llénese de paciencia porque a veces hay que hacer una cola como de 100 comensales. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.