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La Razón / Tomás Pardo

Noventa años no son nada, si no que se lo pregunten al gruñón y tuerto marinero Popeye. Su primera aparición, de la mano de Ezlie Crisler Segar, fue el 17 de enero de 1929 para la tira diaria Thimble Theatre, que se publicaba desde 1919 en The New York Evening Journal, pero empezó a destacar gracias a Popeye. El peculiar carácter del musculoso marinero enseguida llamó la atención de los lectores. De esta manera, de personaje secundario pasó a ser la estrella indiscutible, tanto es así que la sección se llamó a partir de 1931 Thimble Theatre Starring Popeye.

Segar se hizo cargo de las aventuras hasta que, debido a su prematura muerte en 1938, el personaje pasó a manos de Doc Winner primero y un año después del guionista Tom Sims y el dibujante Bela Zaboly. Este último se mantuvo hasta agosto de 1959. Cuatro años después, Tom Sims dejó los guiones a Ralph Stein, aunque continuó con las páginas dominicales hasta la  muerte de Zaboly. 

Con mucho menos éxito, Popeye probó suerte en los cómics-book. Entre 1948 y la década de los 80 tuvo distintos espacios y una multitud de autores, incluyendo a Bud Sagendorf, que realizaron nuevas aventuras del marinero tuerto. Popeye, como sucede con los personajes de Disney, alcanzó un gran popularidad en Italia.

Sin bien disfrutó de un inmenso éxito en la prensa, el espaldarazo definitivo fue gracias a su paso por el cine, en donde repitió la fama de forma similar. Los hermanos Max y Dave Fleischer incorporaron en 1933 al fortachón en un corto animado de la sensual Betty Boop. Después consiguió su serie en solitario Popeye the Sailor. Entre 1933 y 1942 se produjeron más de un centenar de cortos de dibujos animados en los que la voz de Popeye fue interpretada principalmente por Jack Mercer. La fama también se trasladó a la radio, donde protagonizó tres programas diferentes entre 1935 y 1938 y sumó un total de 204 episodios.

Si bien Popeye seguía apareciendo en los diarios y en diferentes cómics, la segunda juventud le llegó gracias a la televisión. Un medio con el que pudo entrar en los hogares de millones de estadounidenses y con el que dio un gran salto a través del cual pudo darse a conocer definitivamente en todo el mundo. Gracias a la pantalla chica, para toda una generación Popeye fue un personaje de dibujos animados. Eso se debe al gran número de episodios grabados y a sus continuas difusiones. Para King Features Sindicate se produjeron 220 capítulos de Popeye the Sailor (1960-1962), por ejemplo.

En 1980, el director Robert Altman estrenó Popeye, una película musical protagonizada por un jovencísimo Robin Williams y acompañado por Paul Smith como Brutus y Shelley Duvall, como Oliva. Aunque contó con guion de Jules Feiffer, un reconocido fan del personaje, no obtuvo el éxito que había alcanzado otras versiones del personaje. Desde entonces, Popeye no ha vuelto a tener una adaptación con actores reales, siendo las siguientes versiones animadas.

La seña de identidad de Popeye, ya sea en tira cómica, en cine o en televisión, es su afición por las espinacas. Gracias a ellas podía desmontar, una y otra vez, los enrevesados planes de Brutus y su obsesión por Oliva, la eterna novia del héroe. Menos conocido es que su primera fuente de poder fue una gallina mágica de nombre Bernice. Cuando la Cámara de Productores de Espinacas de Estados Unidos quiso fomentar el consumo de esta verdura entre los más pequeños, encargó a Segar que la introdujera en las tiras de Popeye. El resto es historia.

Para celebrar el 90 aniversario del personaje creado por Segar, King Features Syndicate anunció una nueva serie animada que debutaría en exclusiva en YouTube. Popeye’s Island Adventures enfocada a los más pequeños, que estrenó con un sinfín de críticas en todo el mundo. No tanto por su enfoque en donde Popeye pierde hasta su característica pipa, sino por la escasa calidad de la producción que está a años luz de los cortos cinematográficos de la década de los 30 o de la serie animada realizada por Hanna-Barbera en los años setenta.