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TV MÁS / Fluvio César Martínez

Pocas imágenes como la de un barco a la deriva, son tan impresionantes para la humanidad, donde quiere que se encuentre. Demuestran el poder de la naturaleza, sobre la creación del hombre.

Y cada generación ha tenido su propia historia de un enorme monstruo marino, engullido por el mar, la nuestra comienza el 20 de enero de 1983, en las costas del Golfo de México a la altura de la congregación de Colorado, perteneciente al puerto de Coatzacoalcos.

“En ese día pegó un viento muy fuerte y como a las 11 de la noche se veía unas luces como en los complejos, pero nadie sabía que cosa era, solo escuchábamos la sirena del barco, que creo pedía auxilio, pero ningún barco lo auxilio” relató don Saúl Villaseca.

Las imágenes del barco “Topeka” partido a la mitad por las fuerzas del viento, aún están grabadas en su memoria, pues coinciden con el nacimiento de una de sus hijas, hace 36 años “traía una cama de puras válvulas, como las que se ocupan en los complejos, porque ahí andábamos abajo y entramos en la cocina, había comida pero todo estaba perdido”.

Cuenta la historia que en aquella embarcación falleció una persona, tras el accidente, unos dicen que pudo haber sido el maquinista y otros que un cocinero.

Lo que si sabemos es que se trataba de un barco comercial de origen colombiano, donde viajaban más de diez personas, con dirección a los complejos.

“El pasado 20 de enero, se cumplieron 36 años de que el barco Topeka de origen colombiano, encalló en las playas de la congregación de colorado, en el puerto de Coatzacoalcos. Paso de ser una embarcación comercial, para convertirse en el nido de una gran cantidad de especies marinas y en el habitan de decenas de pelicanos. Se agarra cumite, sargo, robalo y comeconchas, hay buen pescado porque ya se convirtió en un arrecife, y es donde habita el pescado” detalló don Saúl.

Aquella majestuosa embarcación que surco mares y océanos, está convertida en restos de fierro, que caen al mar con el paso de los años. Sobreviven la popa y algunas partes de la través.

“Ya no le metieron mano, como no era de nuestra nación ahí lo dejaron que se echara a perder, nada más se ve lo de arriba, pero ya tiene bastante años y son 36 años”.

Se mantuvo durante años increíblemente firme pese al oleaje, dado que estaba varado en un banco de arena.

Hoy en día es resguardado por las especies marinas, algunos buzos dicen que se enojan cuando se acercan al barco.

“En parte entran caminando y otros nadando, no hay problema porque el que sabe nadar se arriesga”.

De acuerdo con el archivo histórico de Coatzacoalcos, en los últimos 90 años han encallado 11 embarcaciones en las costas del puerto.

Sobresalen el “Sarat”, “Sagitario” y por último el “Orfeo”, uno de los más recordados por los habitantes.

El norte explosivo y la existencia de dos líneas frontales, pueden ser las causas de los accidentes, como ocurrió con el “Topeka” “pues ahí se varó el barco y ahí quedo y hasta ahorita, hasta que desaparezca o a ver cuántos años más aguante”.

En días de fuerte oleaje, el agua ingresa por su casco y sale por lo que pudieron ser sus ventanas. El “Topeka”, como otros buques que han encallado en las costas de Coatzacoalcos, han pasado a la historia y cultura popular.

El mar se lo está tragando, pero si alguien visita la Playa de Colorado, tiene la oportunidad, como nosotros, de ver pequeños restos, entre ellos la punta principal, cuando baja la marea.