Construir una sociedad culta y educada debe ser la mayor prioridad de todo gobierno, no se puede entender la convivencia armónica, pacífica y civilizada si no hay ciudadanos armónicos, pacíficos y civilizados.
Las sociedades desarrolladas son aquellas donde las personas asumen un contrato social no escrito de respeto, de buen trato y de responsabilidad, saben que lo que hagan afectará a los demás y necesariamente terminará por afectarlos a ellos mismos porque se entienden como parte de un sistema interconectado.
Por ello, saben que su proceder positivo será positivo para todos y si alguien dentro del conglomerado social actúa negativamente el resultado afectará negativamente a todos.
Los gobiernos nos deben a los ciudadanos la construcción de una sociedad culta, sana y justa, que son los tres pilares que sostienen a una sociedad desarrollada, una sociedad que cuenta con estos tres pilares, será una sociedad próspera y fuerte.
El pensamiento municipalista asume la ciudad como un todo sistémico, no es fortuito que la ONU indique que el Objetivo del Desarrollo Sostenible más importante es el que tiene que ver con las ciudades ODS-11, la ciudad tiene dos componentes fundamentales, la infraestructura y la gente.
La infraestructura física compuesta por los edificios públicos, privados, las casas, las calles, las banquetas, los postes, los parques, las atarjeas, tubería, cables, toda cosa que tenga masa y que cumple algún fin en la ciudad, es la infraestructura física y el urbanismo se encarga de ordenar estas cosas de tal forma que satisfagan las necesidades humanas, por otro lugar está la gente, las personas que la habitan y la asumen como el espacio vital en el que nacen, crecen, estudian, trabajan, se enferman, conviven y se divierten, es el lugar donde todo ocurre. La urbe y la gente.
Debe entenderse la ciudad a la manera de dos conceptos que son semejantes pero no iguales, casa y hogar, casa entendemos como el edificio en donde viven las personas, pero hogar se entiende como el lugar en donde habitan los que se quieren, la familia, en donde hay valores y hay amor; de esa misma manera debe entenderse la ciudad como el lugar en donde habitan y conviven las personas para lo cual, comparten valores cívico y por qué no, también morales.
No es descabellado el planteamiento de Andrés Manuel López Obrador de una República Amorosa, pues amor es de lo que ayuna una sociedad cada vez más violenta, inmóvil y desvalorizada, tal vez volver a los principios y valores sea lo que nos pueda valer para que3 esta sociedad violenta y en crisis retome su camino.
Hemos dicho en repetidas ocasiones que construir ciudad implica construir ciudadanía y que los gobiernos deben construir ciudad y ciudadanía con equidad, esto lo deben entender los urbanistas a la hora de hacer desarrollos pues ahí habitarán personas con necesidades, sentimientos y valores; en la ciudad se da la convivencia, se ejerce la ciudadanía, por ello decimos que la ciudad debe ser rescatada como espacio de ciudadanía, de alteridad.
Debe entenderse la ciudad como una concatenación de sucesos productivos, culturales, ambientales y sobre todo ciudadanos para lo cual lo que más debe importar a los gobernantes son las personas.
Es necesario construir una ciudadanía adecuada a las necesidades de la gente. Hoy vemos en la calle ciudadanos insensibles, irresponsables que no asumen su rol en la ciudad, son personas que se pasan los altos, que mandan a instalar topes en vía pública, que conducen temerariamente, que sacan la basura fuera de horario, que en su inconsciencia creen que viven solos y no ceden el paso, estorban y se estacionan en doble fila.
Son personas que no asumen ese contrato social del que hablábamos y solo ven por sus intereses sin importar lo demás, no desarrollan una conciencia colectiva que les haga comprender que vivimos en un espacio compartido, multifuncional y común, que se llama ciudad y que por lo tanto se requiere de cierto comportamiento que beneficie a todos.
En las escuelas enseñamos muchas cosas que jamás utilizaremos para la vida, fórmulas, ecuaciones y cosas que si bien son buenas como datos no sirven para nada en la vida diaria, no contribuyen al buen desarrollo de las personas, creo que deberíamos educar un poco más hacia el civismo, hacia los valores sobre todo a valores como el respeto, la cortesía, la puntualidad, la limpieza y otros que de aprenderse y practicarse en la escuela y el hogar elevarían la calidad de vida en las ciudades, puede parecer anacrónico y hasta cursi implantar una especie de Manual de Carreño moderno, pero eso es precisamente lo que hace falta, volver a lo esencial, a lo práctico, educado y culto.
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