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Crónica del Poder

La XXXIV Jornada Mundial de la Juventud de la Iglesia Católica, que se está llevando a Cabo en Panamá, empezó el 22 de enero y se concluye este domingo 27. Es la tercera JMJ que se desarrolla en América Latina, luego de la de Buenos Aires en 1987 y Río de Janeiro en 2013. Destacamos algunos mensajes del Papa ofrecidos en la ceremonia de apertura y en la vigilia de oración.
En su primer encuentro con los jóvenes reunidos en Panamá, en la ceremonia de apertura, en el Campo Santa María La Antigua, en la Cinta Costera, el Papa animó a los jóvenes a seguir adelante, siendo testigos del Evangelio, a caminar y a escuchar juntos dando testimonio en el servicio a los hermanos.
El Papa Francisco se refirió también a las dificultades que muchos jóvenes sufrieron para poder llegar a la JMJ en Panamá “sé que llegar hasta aquí no ha sido nada fácil. Conozco el esfuerzo, el sacrificio, que realizaron para poder participar en esta Jornada”. Muchos jóvenes para poder asistir a este evento eclesial se pusieron a trabajar en forma extraordinaria y creativa desde hace varios años.
El Papa Llamó a los jóvenes a la unidad. “Con gestos y actitudes, con miradas, deseos y con sensibilidad hay que desmentir y desautorizar todos esos discursos que se concentran y se empeñan en sembrar división”. Los jóvenes con su creatividad, sus valores, su entusiasmo y sus sueños son capaces de superar las barreras y las divisiones de todo tipo.
El Papa se refirió a la cultura del encuentro. “La cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común. Sí, un sueño grande y capaz de cobijar a todos. Ese sueño por el que Jesús dio la vida en la cruz y el Espíritu Santo se desparramó y tatuó a fuego el día de Pentecostés en el corazón de cada hombre y cada mujer”.
En su discurso a los cientos de miles de jóvenes reunidos el sábado 26 de enero, en el Campo Juan Pablo II – Metro Park para la Vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa, tomó como ejemplo el Sí de la Virgen María para invitar a los jóvenes a cultivar una fe comprometida donde se arriesga todo convencidos por una promesa, la que nos hace el Señor. “No temas María, yo estaré contigo”
La salvación que Dios nos regala es una invitación a ser parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias; que vive y quiere nacer entre nosotros para que demos fruto allí donde estemos, como estemos y con quien estemos. En la salvación Dios toma la iniciativa, es el primero en decir sí a nuestra historia y nos invita a decirle sí junto a él.
El Papa escuchó el testimonio de varios Jóvenes que también se arriesgaron y pusieron su confianza en Dios, como Érika y Rogelio que aceptaron tener una hija con una discapacidad y decidieron amarla con todo el corazón. Esos jóvenes padres se decidieron amar la vida como venía con toda fragilidad y pequeñez.
Sobre el caso de uno de los jóvenes que dio su testimonio de cómo superó las drogas, el Papa aprovechó para hablar de “los cuatro sin” que matan a cualquiera: “sin trabajo, sin educación, sin comunidad y sin familia”.
Es imposible que alguien crezca, dijo Francisco, si no tiene raíces fuertes que lo ayuden a estar bien sostenido y agarrado a la tierra. El trabajo, la educación, la comunidad y la familia, son los cimientos que una persona necesita para construirse como persona.
Los jóvenes se pueden perder fácilmente o buscar salidas falsas si se les priva de oportunidades laborales, educativas y comunitarias desde donde puedan aferrarse y soñar el futuro. Sin educación, sin trabajo, sin familia y sin comunidad resultará muy difícil soñar el futuro, dijo el Papa a los jóvenes en Panamá.
Nos auguramos que esta Jornada Mundial de la Juventud deje una huella profunda en la juventud, para que a imagen del sí de la virgen María, también pueda contribuir en la construcción de una mejor sociedad, más participativa e integrada, donde haya mejores oportunidades para todos.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes