*»Las ideas son como las pulgas, saltan de uno a otro, pero no pican a todos». George Bernard Shaw. Camelot.

EL GOBERNADOR EN CORDOBA

Sorpresivamente, el gobernador de Veracruz llegó a Córdoba en un domingo muy friolento. En el café de Los Portales, donde el Virrey Odonojú y Agustín de Iturbide firmaron Los Tratados de Córdoba, rumbo a la Independencia, allí llegó Cuitláhuac Garcia Jiménez, al lado del Súper Delegado, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, un personaje de Marvel, porque es todo poderoso e invencible, el que moverá los fondos federales pejistas para los ayuntamientos, que hacen cola para verle; otro que llegó fue Javier May Rodríguez, subsecretario de Bienestar Federal. Habló el gobernador de la baja de los índices de la delincuencia, en una ciudad que a diario hay un suceso malo. Secuestros, extorsiones, ejecuciones y lo qué se les ocurra. Pero la noticia era que llegará el presidente AMLO el día 3 de febrero a esa ciudad, al parque 21 de mayo, temprano, a las 10:30, en un domingo para que puedan ir a verlo y luego ver el Súper Bowl.

100 AÑOS EN TREN

Soy de esa tierra del riel, tan bella como no hay dos, Tierra Blanca, situada en un hoyo en el estado de Veracruz donde, dicen un día que el diablo se apareció y no se fue jamás. Hay días de calor de 52 grados, que eso acalora y quema todo, hasta aquellito. Tierra llena de moscos en un tiempo muy lejano, ahora las brigadas de Salud ya los asesinan, a los moscos portadores del dengue, pero en tiempos lejanos uno dormía con un pabellón que cubría toda la cama. El aire acondicionado era imposible, ni los había ni había plata para comprar uno. A lo más un pobre ventilador que hacía mucho ruido y a veces no te dejaba dormir. No se era pobre, ni vivíamos como decía Fernando Savater: “Mi sueño es el de Picasso; tener mucho dinero para vivir tranquilo como los pobres”. Hace un tiempo, en la tienda que es parte de mi vida cuando tengo pasta, Liverpool, compré un cuadro de dos máquinas viejas de ferrocarril, al óleo, bello, hermoso, desde que le vi me dije: será mío, y mío fue. Dos máquinas viejas de vapor en una estación de madera de ferrocarril casi deshaciéndose, me hizo recordar aquellas estampas de la estación ferrocarrilera terrablanquense, cuando había fogoneros y maquinistas, que quizá los siga habiendo, pero no había la corrupción que generan esos pseudo dirigentes ferrocarrileros, como el de ahora, un tipo más parecido a un Nerdenthal. Allí un día en esa zona pasearon su fama y su honradez los dirigentes Demetrio Vallejo y Valentín Campa, a quien el presidente López Mateos encarceló en Lecumberri. ¿Ah qué de historias?. Aquello era un centro ferrocarrilero con Casa Redonda y Talleres, que no todos la tenían. Nunca tuvieron un héroe, porque una estatua pinchona de un tal Jesús García Corona, héroe de Nacozari, engalana esa tierra, pero atrás del parque central fijaron una locomotora vieja que hace ver lo que fue antes. Lo del tren se fue a menos, lo que antes era emporio ferrocarrilero terminó como el rey Tojo: to-jodido. Cada que puedo, lo he hecho en Paris (La Gare), Berlín (Hauptbahnhof), Atocha de España, Portugal, Washington y Nueva York, cuando ando de viaje voy a sus terminales de tren. Reflejan la vida de sus ciudades. Los movimientos de sus habitantes. La de Berlín me impresionó porque solo la había visto en las películas de nazis, quedó remodelada igual muchos años después del bombardeo. Pero hay dos que son señeras, únicas en el mundo, las dos tienen sus historias, la de Washington y Nueva York. Estas dos últimas una vez las recorrí, cené en sus afamados restaurantes dentro y tomé el tren Amtrak que me llevó de Washington a Nueva York, pasando por Filadelfia, no pude bajar para saludar a los Padres Fundadores de la Patria que allí formaron y forjaron una Nación libre y poderosa. La Grand Central Station, así llamada, cumple ciento y pico de años. En Penn Station uno desciende frente al Madison Square Garden y a asombrarse de esa ciudad donde se escuchan en las calles neoyorkinas, 375 idiomas diferentes. Usted puede asomarse al internet en: grandcentralterminal .com/centennial, y admirar esos festejos. Tiene su historia, cientos y miles de películas allí se han filmado, apenas antier vi una. Grand Central Terminal es una de las joyas arquitectónicas de la ciudad de los rascacielos, que ha conseguido sobrevivir durante un siglo conservando su estilo. En la década de los 50s la Grand Central Terminal estuvo a punto de ser demolida, el motivo fue el precio del metro cuadrado de terreno en Manhattan y el descenso en el uso del ferrocarril debido al auge del automóvil, conjuntamente con la creación de nuevos lugares de residencia. Para salvar la estación se decidió vender el edificio construido en su parte trasera y crear zonas comerciales dentro del recinto, con la esperanza de atraer al público. De la venta del edificio de oficinas surgió el rascacielos Pan Am, actualmente Edificio MetLife, con 59 plantas. El éxito fue rotundo, es mayor el número de turistas que entran a comprar en sus tiendas, a comer en sus restaurantes o a sacar fotografías que los usuarios del tren, los cuales superan las 200.000 personas diarias.

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