Lo sencillo de la vida, el día a día, está frente a nosotros y, aunque lo vivamos, bien o mal, no lo vemos plenamente. Las relaciones humanas y los hábitos-estilo de vida determinan como somos y qué tanto disfrutamos o padecemos nuestra existencia en sentido integral. Las edades, como los ciclos cronológicos establecidos, inciden en las valoraciones sobre nosotros y los otros. La cultura en general, educación incluida, nos hace parte sana de la comunidad y eleva o desciende la calidad de nuestra vida. No es exagerado decir que el sustento económico y material genera estabilidad y bases para una mejor convivencia social y desarrollo individual. Todos los factores inciden para que construyamos círculos virtuosos o viciosos. A más tiempo de vida, sobre todo en la tercera edad o de tercera generación, digamos que de cincuenta años en adelante, los aspectos de la salud física y mental van siendo más importantes y ponen retos mayores. Nadie aprende en cabeza ajena reza el dicho popular, los jóvenes tienen que vivir sus propias experiencias para aprender y ser; por supuesto ven muy remotas a las generaciones de sus mayores, de los que podrían aprender más.
Cada quien habla como le vaya en la feria de la vida, dice otro famoso dicho popular; es cierto y remarca nuestra condición individual. Hay momentos difíciles, en México los problemas económicos y sociales son crónicos. Nuestro modelo socioeconómico y político nos ha hecho una sociedad desigual y pobre, con brutales distancias sociales y abrumadora marginación. De ahí que el tejido social es débil y la condición ciudadana frágil. En ese contexto abundan la corrupción, los antivalores, la violencia y la pobreza. Para que haya esperanza deben combinarse el despegue económico con el respeto irrestricto a la dignidad de las personas. Sin eso, vital, sólo estaremos circulando en rutas repetitivas y nocivas. Lo nuevo, más allá de las figuras respetables, es el ejercicio de derechos a la hora de recibir beneficios del Estado.
Se tiene que construir un piso común de satisfactores sociales básicos para contar con una sociedad sana, donde se valoren la libertad y La Paz, los derechos y las obligaciones, con normalidad económica, en armonía, con ilusiones a las nuevas generaciones, con sentido de futuro, en respeto absoluto a los derechos humanos, con plena legalidad y una potente línea educativa y cultural que haga prevalecer nuestra identidad y nos enriquezca como seres humanos. No hay debate ideológico en esta visión porque resulta secundario o inexistente. En otros pisos de derechos, retos y convivencia ya se podrían valorar y discutir las ideas mayores, las visiones históricas, los planteamientos de disyuntiva y hasta rupturas de modelos. Pero sólo después de dejar resuelto lo básico; sin eso, sin los cimientos igualitarios, se estaría construyendo sobre arenas movedizas y arando en el cielo.
En la actual renovación del Ejecutivo Estatal en Veracruz, observo conductas políticas y personales que no hacen honor ni a los anunciados cambios verdaderos como tampoco a un elemental sentido humanitario. No discuto el derecho del partido gobernante a hacerse acompañar de sus integrantes, tampoco al Ejecutivo y sus Secretarios el que privilegien a su gente de confianza; eso es perfectamente normal y sabido. Lo que creo es incorrecto y anacrónico radica en despedir sin valoración a trabajadores de contrato y compensación, más por ánimos patrimoniales y de espíritu caciquil aunque se envuelva con un no observable proyecto real de partido. Se han cometido excesos que hacen creer que la única idea es la de tomar un botín sin importar la continuidad de lo positivo y la mejora de los servicios públicos correspondientes. Es momento de que hablen de lo que ya están haciendo y ofrecer un panorama de renovación; seguir con el victimismo los desgasta y hace pequeños. Si heredaron anomalías, deben proceder e informar cuando tengan resultados pero evitar cómicos autogoles. Nuestros gobernantes no son inmaculados ni portadores de aureolas, más bien son bastante terrenales y sujetos de obligaciones. Ojalá sean sensibles y dejen que los ayudan también.
Recadito: algo urgente y radical tendrán que hacer en el Ayuntamiento xalapeño para reorientar su gobierno.