EL GRAFITERO AFAMADO
Banksy es el pseudónimo de un prolífico artista del Street art británico. Se cree que nació en Yate, localidad cercana a Bristol, en 1974, pero los datos acerca de su identidad son inciertos y se desconocen detalles de su biografía. Según el archivo de Ampudia, Banksy nació en 1974 y creció en Bristol, Inglaterra. Hijo de un técnico de fotocopiadoras, se formó como carnicero pero se vio implicado en el graffiti durante el boom del aerosol en Bristol de finales de la década de 1980. Su trabajo, en su gran mayoría piezas satíricas sobre política, cultura pop, moralidad y etnias, combina escritura con graffiti con el uso de estarcidos con plantilla (conocidos generalmente como stencils, del inglés). Sus obras se han hecho populares al ser visibles en varias ciudades del mundo, especialmente en Londres. Nadie lo conoce y todos le hacen al Ampudia que todos llevamos dentro, para encontrar a ese hombre que ha hecho fama mundial por sus extraordinarios grafitis callejeros, que lo mismo plasma en una pared, en una caja telefónica o en el Metro o dónde se le ocurra. Si ustedes abren el Google y pican su apellido, en las imágenes saldrán todas sus bellas obras. La historia se publicó en El País. La relato a mi manera. Una pintura callejera londinense, Slave Labour (traducida al cristiano cuenqueño, sería: esclavo del trabajo), muestra a un niño trabajando en una máquina de coser y reproduciendo banderas británicas, como denuncia del trabajo infantil. En mayo de 2012, en un barrio del norte inglés, Banksy apareció y plasmó su arte. Los vecinos del barrio lo lucieron con orgullo. Los expertos Banksystas dilucidaron que era de él, el artista sin rostro, el hombre de la magia en el pincel, el pintor urbano que nadie conoce y todos admiran. Pero la historia tuvo otro final, los dueños de esa pared donde lo fijó el artista con una placa sobrepuesta, lo quitaron y lo mandaron a remate a Estados Unidos. Argumentaban que al estar en su pared era de su propiedad. Los vecinos se pusieron como demonios, dieron de patadas, hicieron berrinches y lograron que no se subastara. La tienda es de esas cadenas comerciales que ofertan ‘todo a un euro’, no se quedaron con las ganas y lo retiraron y lo ofertaron por Internet y ya hay dos postores que dan el equivalente a un millón de euros (750 mil libras) y la historia de este cuadro graffitero va de un lado a otro, el Alcalde del Ayuntamiento pide que no se lo lleven, que era un orgullo para los vecinos, los abogados de la parte que vende, arguyen que el FBI y Scotland Yard (esto porque las dos pujas son, una de Estados Unidos y otra de Inglaterra) no señalan algo indebido en la operación de compra-venta y el alcalde, todo enojado, busca a Bansky para que se oponga con su firma, pero a Banksy no lo encuentran. Final feliz para los tenderos, se hicieron de un millón de euros gracias al artista callejero, final infeliz para los vecinos de ese barrio, perdieron su Slave Labour de Banksy. Ahora espío algunos Banksy. Geniales todos, una inocente niña con sus trencitas revisa a un soldado que tiene su arma al piso y las manos arriba. Los graffitis de Banksy van más allá de las paredes. Otro: En una pared, una sirvienta levanta el lienzo blanco y esconde la basura recogida debajo del lienzo. Uno más: Dos pobres niños descalzos, levantan sus brazos al aire en espera de que caiga un balón, este mural tiene título: ‘No ball games’. Genial. Una chica con sombrilla, un policía Bobby paseando a un perro. Véanlos en cuanto puedan. Es arte puro callejero.
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