«Helo ahí, todas las mañanas. Como un cura ante su congregación. Como un párroco frente a sus feligreses. Exhortando, adoctrinando, regañando, dando lecciones de moral, casi citando la Biblia, apelando a los mexicanos a ser mejores seres humanos. El Presidente de México, frente al púlpito, desde el cual informa, pero también evangeliza. Provee cifras pero también da mandamientos. No sólo es un líder electo, es un guía espiritual. Y muchos lo escuchan extasiados, esperando la siguiente lección, la primera pauta, el nuevo código de conducta que habrá de regir a la Cuarta Transformación». Es parte de lo que escribe Denise Dresser en la revista «Proceso»..