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“Ser para los demás” era uno de los lemas más recurrentes en mi Universidad, igual que una de sus campañas publicitarias que decía das para más en cada una de sus áreas. El lema me ha fascinado desde la primera vez que lo escuché, porque nos impulsaba a ser los mejores para el mundo, no necesariamente del mundo, ya que esta última parte en ocasiones significa no considerar a otros con tal de destacar, para mí esto significaba ser un verdadero líder, considerar a otros en el actuar y buscar un beneficio común.
Conforme tengo oportunidad de convivir con otras personas, me doy cuenta que los más felices son aquellos que hacen algo por los demás, que el tener acciones positivas hacia otros también me da cierta paz y alegría indescriptibles, en ocasiones, falsamente creemos que nuestra felicidad está en poseer en lugar del ser.
Mo Gawdat lo describe mejor y de una forma más científica, hay acciones que hacen que nuestro cerebro segregue dopamina, lo que genera excitación y nos vuelve adictos, en cambio para él la verdadera felicidad se encuentra en la calma, a través de la serotonina que nos hace sentirnos más completos.
De este autor e ingeniero ya he hablado antes, su vida es un ejemplo de que a veces tenerlo todo no es suficiente, en cambio compartir con otros algo que los haga mejores o que les brinde cierto bienestar genera mayores satisfacciones y es otro tipo de éxito.
¿Por qué hablo hoy de la importancia de ser para otros? Porque en la actualidad es muy fácil ignorar al entorno, dejar de ser empáticos y volvernos completamente egoístas, olvidando que otros enfrentan realidades que algún día nos pueden alcanzar. Vivimos en la individualidad, en múltiples ocasiones queriendo demostrar que detrás de ella se alcanza la máxima felicidad, imaginando que compartir imágenes de una vida plena nos ayudará a obtenerla pero la realidad es que esto nos hace cada vez más tristes, porque también nos dejamos persuadir por los inventos de perfección de otras personas y nos frustramos al no obtenerlos.
La clave está en ser más reales, en sentir, escuchar y tratar de entender qué pasa con otros. En las empresas y el gobierno urgen líderes más humanos, que verdaderamente entiendan que para avanzar se debe hacer desde el ejemplo personal y entendiendo de forma empática qué ocurre con los demás. En el gobierno y las empresas existen muchos jefes que ordenan sin razón y desmotivan a más de uno, personas que respaldan su poder en un cargo, pero sin la capacidad para entender las problemáticas. Es obligación de las escuelas y la sociedad forjar a personas que rompan con estos patrones y piensen más en actitudes de servicio y colaboración conjunta.
La razón de ser seres sociales es para crecer apoyándonos mutuamente, congratularnos del éxito de otros y buscar el desarrollo de quienes nos rodean, tener un egoísmo inteligente en el que busquemos que otros estén bien, para sí nosotros también estarlo.