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La Jornada / Arturo Sánchez Jiménez

La actividad del volcán Popocatépetl no está aumentando y se mantiene dentro de los límites observados a lo largo de los últimos años, relativamente estacionaria y estable, de acuerdo con expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica (IGEF) de la Universidad Nacional apoya al Sistema Nacional de Protección Civil, y tiene en su página, a disposición del público, el mapa de la actividad registrada por el volcán.

Hugo Delgado, director del IGEF, explicó este martes en una conferencia que para la elaboración del Mapa de Peligros del Volcán Popocatépetl se utilizan trabajos científicos. En el Departamento de Vulcanología de la entidad universitaria se llevan a cabo estudios que permiten reconstruir las erupciones que ha tenido el coloso en el pasado, y en función de ello se analiza lo que puede ocurrir en el futuro.

Se construyen escenarios de mayor a menor probabilidad de ocurrencia, por ejemplo, la cantidad de ceniza que se puede depositar y a dónde iría de acuerdo con la temporada del año. El mapa sirve al Sistema Nacional de Protección Civil para establecer una respuesta coordinada con las autoridades locales, en caso de una contingencia.

Servando de la Cruz, investigador del IGEF, aclaró que la impresión de que ha incrementado la actividad del volcán se debe a la mayor cobertura de observaciones, a la cantidad y calidad de cámaras a su alrededor que permiten mirar su actividad nocturna con mayor detalle.

Estamos ante un episodio de actividad eruptiva del volcán que no es diferente a lo que se ha observado en los últimos años. “Desde 1500 hasta ahora se han registrado 13 o 14 similares”, añadió en conferencia de medios.

El evento actual consiste en emisiones de lava que llegan del interior del volcán y se depositan lentamente en el interior del cráter, formando los llamados domos de lava. Al enfriarse, ese magma impide la salida de gas; de ese modo se acumula presión bajo el domo y, eventualmente, viene una sucesión de explosiones como las que se registraron hace unos días, que destruyen esa estructura. Con el paso del tiempo comienza el proceso nuevamente y se emplaza un nuevo domo.

De la Cruz explicó que el actual episodio eruptivo ha llegado a una especie de equilibrio en el sentido de que la cantidad de lava que se deposita, al explotar y ser lanzada como fragmentos y ceniza volcánica, mantiene estable la capacidad del cráter.

Recordó que entre 2000 y 2003 el cráter se llenó casi por completo, pero a partir de entonces la actividad de destrucción de domos le ha permitido recuperar un porcentaje de la capacidad que tenía inicialmente.

Ana Lillian Martín del Pozzo, también integrante del IGEF, expuso que la destrucción de los domos genera, además de fragmentos “balísticos”, ceniza. Este último es el fenómeno más extenso, pues de acuerdo con la altura de la columna y la dirección del viento, alcanza a las ciudades de México, Puebla y, como ahora, al estado de Morelos.

La científica alertó sobre las precauciones que la población debe tomar en torno a las emisiones de ceniza para evitar daños a la salud, como la irritación de la piel y afectaciones a las vías respiratorias:

Protegerse con cubrebocas, y en caso de que se registre una emisión importante de ceniza, evitar estar al aire libre.