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La Jornada

Después de tres décadas del avance de la privatización de pensiones, los resultados no son nada favorables, de hecho se califica como “fracaso”.

Flavio Durán Valverde, especialista de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señaló que entre las lecciones que han quedado con esta política es que las tasas de cobertura se estancaron o disminuyeron, los niveles de beneficios se deterioraron, los altos costos de transición crearon enormes presiones fiscales, y que aumentó la desigualdad de género y de los ingresos, en este punto señaló que las mayores perdedoras en este proceso han sido las mujeres.

En conferencia de prensa para presentar el informe mundial La reversión de la privatización de las pensiones. Reconstruyendo los sistemas públicos de pensiones en los países de Europa Oriental y América Latina (2002-2018), el coautor del documento recordó que el argumento principal para impulsar la privatización fue que “los sistemas públicos de pensiones eran insostenibles debido al envejecimiento demográfico, eran ineficientes y generaban presiones fiscales muy elevadas”.

El especialista destacó que América Latina fue el laboratorio donde se inició la privatización y luego se trasladó esta tendencia a países de Europa del este y a los países de la ex Unión Soviética.

Entre 1981 y 2014, treinta países privatizaron total o parcialmente sus sistemas de pensiones, 14 eran de Latinoamérica, inició con Chile en 1981, México lo hizo en 1997. Para 2018, 18 países habían revertido sus reformas entre ellos Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Argentina.

“Esta reversión de las pensiones lo vemos como principal indicador de las dificultades que ha experimentado el sistema privado de pensiones”, dijo Durán Valverde.

La privatización puede ser parcial o total, México está en la segunda. En el país se reemplazó las pensiones que estaban en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con la creación de nuevas entidades que son las Afores o administradores de fondos de pensiones. Así, “se pasaba de uno que era de financiamiento colectivo administrado por el Estado, a un modelo administrado por el sector privado y basado en cuentas individuales”.

Añadió que con estos modelos, la cobertura de la fuerza de trabajo se estancó o disminuyó, en el caso de México, pasó de 37 por ciento, en 1996, antes de la reforma, a 30 por ciento en 2004.

En cuanto a la desigualdad de género y de ingresos, dijo que como bien se sabe las mujeres ganan menos que los hombres y cotizan por periodos más cortos porque se les asume la función de la crianza. “Esto hace que las carreras contributivas sean mucho menores, entonces en un sistema donde la pensión depende del esfuerzo individual, si pasamos de un sistema colectivo a uno individual, las mayores perdedoras en este proceso han sido las mujeres que han visto reducirse sus pensiones fuertemente después de la privatización”.

Durán Valverde resaltó también los altos costos de la transición crearon enormes presiones fiscales, en el caso de Chile se estima el 4.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Además, representa costos administrativos pues se deben financiar gastos generales como las comisiones de administración, por gestión de inversión, de custodia entre otras que corren a cargo del pensionado. En México, estos representan el 40 por ciento.

El especialista destacó que es el sector financiero el que se ha beneficiado de los ahorros para la jubilación de los ciudadanos. Además de que los riesgos demográficos y del mercado financiero se trasladaron a los individuos.

En el informe presentado esta mañana, se señala que en México el costo anual de la transición de los sistemas públicos a los privados se estima en 1.3 por ciento del PIB, y podría llega a 3 por ciento en 2046.

Helmut Schwarzer, especialista en protección social de la OIT, se pronunció porque “una reversión de la privatización en México podría generar un espacio fiscal para financiamiento de otras políticas”.