Pluralismo significa asumir que vivimos en sociedades donde coexisten distintas concepciones sobre lo que es bueno y lo que es malo.
Salvador Paniker

De forma conceptual y técnica, la universidad es tanto una idea como una institución y oxigeno vital para una nación. A través de ésta se forja un caleidoscopio a través del cual pararse y observar de manera objetiva la relación entre el pasado y el futuro de un pueblo.
Para poder ver y sentir bien, es preciso liberarse de todo prejuicio e interés de grupo. No hay valor que la universidad aprecie tanto como la autonomía; la autonomía es la universidad, sin ella se carece de motricidad.
Ya que la autonomía surge para preservar la libertad de cátedra; las líneas de investigación, la organización administrativa, sin someterse a factores gubernamentales externos que limiten la capacidad de creación y la libertad de pensamiento.
En ese tenor, el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Dr. Fernando Serrano Migallón, menciona que la complejidad de la sociedad ha provocado que los peligros contra los centro de educación superior estén siempre presentes, enfocados a la captura de los espacios públicos.
Desde hace 90 años los hombres de Estado de la época, tomaron las medidas pertinentes a fin de limitar dichas disposiciones políticas. Para el caso de la UNAM la ley orgánica del 26 de julio de 1929 definió a la Universidad Nacional como una corporación pública con capacidad jurídica; por primera vez se reconoció la autonomía, consagrada en la fracción VII del artículo 3o. de la Constitución de México.
El esquema administrativo que hoy alimenta el funcionamiento de las universidades autónomas del país, es ideado por el maestro moral del sistema jurídico mexicano, el Dr. Eduardo García Máynez, es un inteligentísimo mecanismo de pesos, contra pesos y niveles de gobiernos que permiten su organización y funcionamiento; el Rector, la Junta de Gobierno, las academias, el consejero alumno.
La sabiduría de quienes lo idearon se ha manifestado en las diversas crisis que la universidad ha sufrido en estos tiempos. Por todo ello, debemos luchar por fortalecer, proteger y salvaguardar la autonomía universitaria, a fin de que por pequeña o grande, el cuerpo universitario siga siendo la conciencia crítica de la nación.
A pesar de las cruzadas que se han levantado contra los ejercicios libres de las universidades, estas no han sido vencidas, porque en los académicos hay pluralidad. La divisa de la autonomía es la pluralidad, donde sus reglas de conducta son la responsabilidad con sentido social.
La libre cátedra es un tesoro conservado como patrimonio de cualquier institución de educación, y más en el nivel superior la cual es base esencial para una visión de servicio y no un cuerpo doctrinario.
El sentido de la historia, marca que se debe continuar fortaleciendo, pero sobre todo respetando el espíritu sobre el cual habitan las autonomías; no debe haber discusión sobre este falso dilema sobre el espíritu universitario, mismo que forja la cultura auténtica, que permite integrar la visión de Estado y liberar el potencial social, es decir, otorgar un sentido de bienestar.
Más en el afilado siglo XXI, tiempo en el que es preciso advertir nuevamente la necesidad de pluralidad, a fin de que no se desvirtúen los grande movimientos expresivos del pueblo, como lo advierte Luis Villoro( 2007, pp.11) quien menciona en su obra “El concepto de ideología” que “El Marxismo es uno de los ejemplos más claros de cómo un pensamiento libertario y crítico, al convertirse en doctrina, se vuelve ideológico. Un pensamiento dirigido a poner fin a la explotación puede servir, entonces, a otra forma de dominio”.
Esa ambigüedad consiste, en que la mayor tragedia histórica de nuestro tiempo sea que de las revoluciones proletarias tienden a convertirse en Estados represivos dominados por una nueva burocracia.
Lo que presenta engranajes inconscientes del mismo circulo de irracionalidad, que puede permitir la opresión a espacios nobles y fisiológicamente centrales para el crecimiento nacional, como los centros de educación superior.
Para el caso de Veracruz, la iniciativa presentada para reformar la ley Orgánica de El Colegio de Veracruz, se contrapone precisamente a todas luces a lo aquí plasmado, al plantear un proceso retrograda y sin altura de miras.

*Profesor Investigador del Colegio de Veracruz. Integrante de la Comisión de Selección del Sistema Estatal Anticorrupción. Catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad Veracruzana.