LOS DICHOSOS JUEBEBES

Solemos los jueves reunirnos un grupo de amigos, primero llegamos los de la experiencia, los más grandes, los de las canas que no viejos, luego vienen los chamacos de 50 años, pero ya esos se quedan entre sus grupos, a los que no pertenecemos, pero esta semana que pasó llegó Armando López Macip, gran historiador orizabeño, y la plática se nos fue en la historia de Orizaba. En sus iglesias, que el Padre Marcos me dice que son 14 y me las enumeró una por una, relato para otra historia en este espacio. En parte de esa plática tocamos temas de los alcaldes, de aquel Isaías Álvaro Rodríguez Vivas, cuando fue dos veces alcalde de Orizaba por la Gracia de Dante Alfonso Delgado Rannauro, el Kojack veracruzano, que siempre lo quiso mucho y lo hizo presidente cuántas veces se le pegó la gana. Y recuerdo que cuando se iba a candidato a diputado federal, Isaías le metió velocidad a la construcción de las escuelas del CEO, que de donde ahora es el bello Palacio Municipal, las construyeron en tres escuelas: la Federal tipo, la Benito Juárez y Venustiano Carranza, y un kínder, en la norte 13, pegado al Cerro del Borrego, donde se llevaron a los estudiantes y todos salieron ganando, los estudiantes por escuelas bien decentes, aulas perfectas, y el gobierno municipal porque se convirtió en Palacio Municipal, que el presidente Carlos Salinas, la vez que vino a Orizaba se maravilló de esa obra construida en la época porfirista, cuando Don Porfis afrancesaba el país y nacían Bellas Artes y los bellos edificios de Ciudad de México, y este edificio orizabeño que se construía para albergar el Colegio Preparatorio.

EL OTRO EN MENDOZA

Todo porque, coincidencia de la vida, leo en El Mundo de Orizaba que en Ciudad Mendoza, el bendito alcalde, por ser hermano del Arzobispo Hipólito Reyes Larios, Melitón, maestro que llegó tumbando caña a la alcaldía de ese pueblo y a sus 70 y pico de años le mete unas ganas de dejarla rechinando de limpia. Cierta vez, a poco de tomar la alcaldía, desayunamos con el Padre Alejandro Melchor y platicó esa historia de construir escuelas para los jóvenes que están en el bello edificio Esfuerzo Obrero, una obra que se asemejaría a la orizabeña. Ese bello edificio mendocino necesita unos 20 millones, dice el alcalde, para darle una manita de gato, dejarlo perrón y que allí se traslade toda la empleomanía del Ayuntamiento. Sé que algunos pocos padres protestan, pero deben permitir que eso ocurra, nadie tiene el dinero para su mantenimiento, solo los gobiernos. Se comprometió Melitón Reyes Larios, que las nuevas escuelas, que serán dos, contarán con la tecnología de punta para que los estudiantes conserven allí y abreven el saber. Un buen proyecto que ya le reza su hermano todos los días desde el púlpito de Xalapa, y por allí todos los Curas de este pueblo, incluido el de Mendoza. Venga, y que haya éxito en las dos encomiendas.

PANCHO LIGUORI JIMENEZ

En esa platica de historiadores, porque Miguel Ángel Lujan y Tavo Rodríguez Pasquel Bravo allí andan en esas lides, me acordé de un epigrama de Pancho Liguori (1917-2003), un poeta en el mundo del humor, nacido orizabeño, que vino en aquella visita del presidente Carlos Salinas y en el orizabeño Club Moctezuma, después que Dante llevara al presidente a saludar a las venerables señoras Ojeda, familiares del gran Rafael Mario, en comida opípara, diría el clásico, Pancho le hizo un epigrama a Isaías, que se lo pedía insistentemente. Y recordé en esa mesa que no era de Bohemios, aquella de Liguori, De la periferia al centro. Sucede que en la antigüedad priísta, todos los nombramientos importantes venían del centro, del PRI o del Presidente para los estados. En aquel tiempo lo eran Alfonso Martínez Domínguez, del PRI, y Gustavo Díaz Ordaz, presidente. Pancho se rebeló y creó ese epigrama:

El epigrama era sencillo, pero demoledor y dice así:

“En el jarocho parlar / una parábola encuentro / las “piernas” acariciar /luego empujar pa ìdentro / eso se llama auscultar / de la periferia al centro”.

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