Lejos de lo que se piensa, el consumo de drogas no es algo relativamente nuevo. Las conocidas “drogas de diseño“, aquellas que son sintetizadas a partir de químicos y que son de las más consumidas a día de hoy en el mundo, tratan asimismo de reproducir los efectos de los efectos de las drogas naturales.
Así pues, la alteración o creación química de drogas está basada en una serie de drogas naturales cuyos efectos eran buscados por la población para, en muchas ocasiones, uso recreativo. Y este hecho ha podido comprobarse recientemente, tal y como este martes publica la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Hace alrededor de mil años, en la provincia boliviana de Sur Lípez, a casi 4 mil metros de altitud, fue enterrado un hombre con conocimientos en botánica y en los usos psicotrópicos de algunas plantas. Como relata la revista citada, la tumba habría sido profanada posteriormente, lo que impidió que en una excavación posterior se hallara el cadáver. Sin embargo, sí se encontró algo muy interesante.
El hallazgo fue una bolsa de cuero que guardaba una serie de objetos que podrían estar relacionados con el consumo de estupefacientes: dos tabletas talladas en madera para inhalar sustancias, un tubo para aspirar, dos espátulas de hueso de llama, una cinta textil para la cabeza, trozos de plantas secas y una bolsita fabricada con tres hocicos de zorro, enumera el diario El País.
El análisis químico de estos materiales indica que hace 4 mil ya existía el conocimiento necesario para la elaboración de la ayahuasca –bebida psicotrópica de los pueblos amazónicos de Sudamérica–, pues entre los hallazgos hay dos de sus principales ingredientes: harmina y el arbusto Psychotria viridis.
Además de estos dos ingredientes, en la bolsa había restos de cocaína y benzoilecgonina, así como trazas de bufotenina, un alucinógeno que podría elaborarse a partir de semillas del árbol Anadenanthera colubrina, las cuales se inhalarían tras ser machacadas en las tabletas. Lo que más ha llamado la atención ha sido que ninguna de las plantas de las procedían estas sustancias surge en dicha zona.
“Casi todas las plantas con las que se elabora la ayahuasca son tropicales y en cualquier caso era necesario recorrer cientos de kilómetros para acceder a ellas”, explica el investigador de la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) y autor principal del trabajo, José Capriles.
“El consumo de estos psicotrópicos nos habla de las grandes redes a las que podían acceder estos individuos. Además del interés del ritual, el consumo de estos productos aportaría prestigio social, sería una señal de la capacidad de movilizarse a gran distancia o de tener la riqueza y los contactos necesarios para obtener estos productos de origen tan lejano”, añade Capriles.”,