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Crónica del Poder

 

 

Mesías y Pastor. En este día, 12 de mayo de 2019, celebramos el Cuarto Domingo de Pascua, Ciclo C, en la liturgia de la Iglesia Católica. Hoy se nos invita a reconocer a Jesucristo, como Buen Pastor, y participar en la Jornada Mundial de oración por las vocaciones. El pasaje evangélico es de San Juan (10, 22-30) el cual dice: “Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo en el pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: ‘¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si tú eres el Mesías dínoslo abiertamente’. Jesús les respondió: ‘Ya se los he dicho, pero ustedes no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí. Pero ustedes no creen porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y Él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”. Los judíos celebraban la fiesta de la Dedicación del Templo, como un aniversario religioso y político de la liberación, al recordar la resistencia heroica de los Macabeos ante la profanación del Templo, realizada por el ejército de Antíoco Epífanes. En el contexto de esta Fiesta se enfrenta Jesús a las autoridades judías. Para Juan evangelista, Jesús es el nuevo Templo consagrado por el Padre. Ante los dirigentes que no sirven ni pastorean, Jesús se muestra como el Mesías, bajo la figura del Pastor. Así lo prueban sus obras, sus milagros, sus curaciones y sus exorcismos.

 

Jesús cuida a sus ovejas. El texto evangélico muestra la imagen de Jesús, Buen Pastor, que cuida de sus ovejas y éstas, a su vez, lo conocen, escuchan su voz y lo siguen. Jesús les da la vida eterna y por eso no perecerán jamás. Esa es la misión que ha recibido del Padre. El evangelista Juan culmina con una nueva profesión de fe en Jesús: “El Padre y yo somos uno”. Inmediatamente, Juan señala la reacción de los judíos que quieren apedrearlo, acusándolo de que “siendo hombre se hace a sí mismo Dios”. Los verbos que utilizan estos versículos ofrecen valiosas pistas para comprender la identidad de Jesús: conocer, dar vida eterna, no dejar que le arrebaten las ovejas, ofrecer seguridad o proteger en el peligro. Jesús es el Mesías, el Buen Pastor, porque nos ha mostrado su amor sin límites (Jn 15, 13) y, entregándose por nosotros, aleja el peligro de muerte que nos amenazaba, dándonos una vida que no se acaba. El amor y la comunión de Jesús con sus discípulos, tienen su fuente en el amor que recibe de su Padre y al que él corresponde perfectamente, de tal manera que Dios Padre y Dios Hijo son Uno solo.

 

Oración por las vocaciones. Hoy celebramos la Jornada Mundial de oración por las vocaciones, la cual fue instituida desde hace 56 años por el Santo Padre Pablo VI. Desde entonces, los Papas ofrecen a la Iglesia un Mensaje sobre el tema. En esta ocasión, el Papa Francisco titula así su Mensaje: “La valentía de arriesgar por la promesa de Dios”. La llamada del Señor nos hace portadores de una promesa y, al mismo tiempo, nos pide la valentía de arriesgarnos con él y por él. La llamada del Señor no es una intromisión de Dios en nuestra libertad ni un peso que se nos carga encima. Por el contrario, es la iniciativa amorosa con la que Dios viene a nuestro encuentro y nos invita a entrar en un gran proyecto, del que quiere que participemos, mostrándonos en el horizonte un mar más amplio y una pesca sobreabundante. La vocación es una invitación a no quedarnos en la orilla con las redes en la mano, sino a seguir a Jesús por el camino que ha pensado para nosotros, para nuestra felicidad y para el bien de los que nos rodean. Abrazar esta promesa requiere el valor de arriesgarse a decidir. El fundamento de toda vocación cristiana es el bautismo. De ahí se derivan las demás opciones específicas como el casarse en Cristo y formar una familia, por dedicarse al servicio de los pobres y marginados, por consagrase totalmente a Dios en la vida consagrada o en el ministerio sacerdotal.

 

+Hipólito Reyes Larios

Arzobispo de Xalapa

 

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