La planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes.
Peter F. Drucker
Ríos de tinta fluyen sobre los retos de la democracia en el siglo XXI, a partir de la aparición de los populismos de izquierda y de derecha en el orbe, mucho se reflexiona respeto a si el fantasma de la polarización mundial se reactivará o no, y si los procesos de integración económica y política pueden ya no ser tan atractivos en un sistema político que cuente con una arquitectura unidireccional del debate público, o que de una u otra forman lleven al desorden.
Dicho arquetipo me hizo recordar al gran científico social, investigador de Harvard, Charles Tilly, quien siguiendo la escuela de Samuel Huntington y su voluminoso entramado de análisis, han permitido leer con prospectiva el futuro, y en el mejor de los casos redireccionar los procesos extremistas, que en el pasado tanto daño le han hecho a las civilizaciones democráticas.
El autor menciona que la pesadilla ( autoritarismos) del siglo XIX siguen presentes. Plantea una pregunta de relevancia: ¿De qué modo podemos mejorar nuestra comprensión de las estructuras y los procesos a gran escala si estamos viendo el presente con ojos del pasado?.
Tilly responde la interrogante con el concepto de “equipamiento intelectual” es decir, cuando quienes se encarga de tomar decisiones, dedican un paseo por una ciudad y observan con detenimiento lo local y nutren sus aseveraciones, tengan la capacidad de pensar desde una perspectiva global.
Lo anterior a partir de que sus sendos trabajos, se basan en el análisis de cómo los grupos sociales se relacionan y se complementan recíprocamente. El trabajo de Charles Tilly es documentado y consistente, de una rigurosidad que hace que no sea una lectura sencilla, aunque sí me parece necesaria para quien quiera profundizar en lo que hemos de entender por democracia.
Uno de los muchos puntos relevantes es que explicó puntualmente, fue lo concerniente a las luchas de los diferentes grupos sociales por acceder al poder político.
En plena polémica sobre lo qué es la democracia en el Siglo XXI con el factor de la aparición de las redes sociales, y de los populismos, es interesante esta formulación de sus hipótesis, no solo fundamentadas desde la reflexión teórica sino también desde lo que nos enseña la historia. Si tenemos, por supuesto, la paciencia de estudiarla con precisión y rigor y sin prejuicios y adjetivos.
Un comentario relevante es el que desarrolla al respecto Luis Roca Jusmet en su portal “Materiales para pensar” y es que para él en la conclusión, de Tilly no hay una relación directa entre democracia y la capacidad del Estado, ya que una cuestión no depende directamente de la otra.
Destacando que para desarrollar la democratización es importante que se den cambios en las redes de confianza, la desigualdad de categorías y los centros de poder autónomos.
Entendiendo a las redes de confianza como grupos que, al margen del Estado, tienen un poder propio relacionado con la pertenencia a un determinado grupo y que discrimina a los que están fuera. La democratización tiene lugar cuando se da un proceso de igualdad política, es decir de participación política que integra a toda la ciudadanía.
La conclusión de Tilly, es que la democracia es un proceso dinámico y complejo que esta siempre amenazado de involución. Pero es la lucha popular y no las ideas de los gobernantes la que la sostiene.
De esa forma el paisaje político que se nos pueda presentar, se fragua en cómo las vocaciones democráticas que manifestemos puedan o no llegar a equilibrar lo que se vislumbran como Orweliano futuro. Dicho torrente dependerá de lo que decidamos o no hacer, aquí les presento brevemente un teórico -como hay otros-, que bien nos puede orientar e informar de los errores en planteamientos por parte de otras naciones, a fin de no cometerlos.