COLUMNA INVITADA
Eduardo Ruiz-Healy

Durante varias semanas escuché, vía audible.com, 48 conferencias impartidas por el británico-estadounidense Robert Garland, profesor de estudios clásicos en la Universidad Colgate de Nueva York.

Cada una de ellas tiene una duración de poco más de una hora y forman parte de un ciclo intitulado The Other Side of History: Daily Life in the Ancient World (El otro lado de la historia: la vida diaria en el mundo antiguo).

Garland nos describe cómo vivieron las personas comunes y corrientes, los que no pertenecían a los estratos superiores, desde el año 4000 a.C. hasta el siglo XIV de nuestra era.

Después de escucharlo, me quedaron claras varias cosas: 1) que la vida de mis antepasados no fue nada fácil; 2) que gran parte de mis ancestros murieron jóvenes, probablemente antes de cumplir los 40 años; 3) que si la vida ya era complicada para los hombres, fue doble o triplemente más difícil para las mujeres; y 4) que soy muy afortunado de vivir en esta época, la cual es, con todo y sus problemas, la mejor que ha habido en la larga historia de nuestra especie.

Garner describe cómo era la vida de las mujeres: carentes de todo tipo de derechos (en la mayoría de los casos) y subordinadas a sus padres, esposos y hasta a sus hijos; valían poco más que un animal o un esclavo. Asimismo, estaban propensas a morir al dar a luz o de fiebre puerperal después del parto, o por la violencia en su contra realizada por el hombre que ejerciera su potestad sobre ellas. Esa terrible realidad era la de las mujeres libres. La de las esclavas era pavorosa.

Y si bien, la violencia ejercida contra las mujeres disminuyó conforme el mundo se fue civilizando, nunca han dejado de ser maltratadas y discriminadas dentro de sus respectivas sociedades.

La lucha por la igualdad de las mujeres se inició en 1792 cuando la escritora y filósofa inglesa Mary Wollstonecraft publicó A Vindication of the Rights of Woman (Una reivindicación de los derechos de la mujer), en donde afirmó que las mujeres no son naturalmente inferiores a los hombres sino que carecen de educación institucional, que las mujeres deberían de tener igual acceso a la educación mixta y que su participación en la sociedad es esencial para el bienestar de cualquier nación.

Desde entonces, las mujeres han luchado y, en muchos casos, han logrado que se reconozcan y respeten sus derechos humanos, políticos, económicos y sociales en muchos países, generalmente en los más desarrollados.

En muchos sitios de la red es posible encontrar información sobre las luchas de las mujeres por la igualdad y en ellas destacan diversas fechas.

En lo que a México se refiere, el 14 de mayo del 2019 quedará como una fecha histórica en esa lucha. Ese día el Senado reformó diversos artículos de la Constitución para que de ahora en adelante las mujeres ocupen 50% de los cargos en los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, a nivel federal, estatal y municipal, y en los partidos políticos del país.

La autora de la iniciativa es la senadora panista Kenia López Rabadán, brillante, tenaz y sensible mujer; me enorgullece ser su amigo. Las mujeres de México le deben y deberán siempre muchísimo.

Ahora todos, mujeres y hombres, debemos exigir que se cumpla lo que ordena la Constitución.

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Tomado de El Economista.