En Macho Viejo (Alfaguara, 2015) de Hernán Lara Zavala (1943) se cuenta la historia del doctor Ricardo Villamonte, que decide irse a trabajar a Puerto Marinero, un lugar alejado de todo, donde nunca un médico se establecería.
Ahí conoce los secretos del mar y a la gente de la costa con la que en adelante va a convivir. Para él su misión en la vida es ayudar a los demás. Él no se recibió como médico, pero ejerce como tal. A donde ha llegado nunca nadie le pedirá su título. Pronto se da a conocer en el pueblo y en la región.
La gente viene a buscarlo para que la cure, pero también en ocasiones se tiene que trasladar en mula a sitios que le quedan a días de camino. Como médico hace maravillas. Entre sus intervenciones milagrosas está el injertar un pene a un hombre que, sus tres mujeres, se lo cortan cuando descubren que anda con una cuarta. Los lugareños lo empiezan a llamar “Macho Viejo”, apodo que le hace justicia aunque él para nada sea un macho convencional. Es todo lo contrario.
La gente se encariña con el doctor y él con la gente. Con todos tiene buena relación. En la medida que pasan los años se convierte en un sabio que es consultado por todos. Se vuelve un buzo experimentado y uno de sus mayores placeres es sumergirse a las profundidades del mar y ver el mundo que ahí vive. Desarrolla una relación estrecha con la naturaleza y con las plantas y los animales que le habitan. Habla con ellos y los cura. Goza de la vida y de todos sus placeres. Vive en armonía con el mundo. Sabe querer y se deja querer. En Puerto Marinero vive feliz.
Un día en un camino se encuentra con una mujer joven, bella e inteligente. Es Rosa, la hija del terrateniente. Estudia fuera del país y pasa las vacaciones con sus padres. El padre de Rosa, que no quiere que le vean en la calle con el médico, autoriza que el médico la visite por las tardes en familia. En esos encuentros se conocen y enamoran. Ella queda embarazada. Los padres la desconocen. Rosa y el médico se casan. Cuando nace el primer hijo los abuelos se reconcilian con la pareja. Y de nuevo se empiezan a frecuentar. Rosa muere joven y los hijos salen a estudiar y vivir al extranjero. El doctor se queda en el pueblo haciendo lo que siempre ha hecho; servir a la gente que lo necesita.
Lara Zavala con Macho Viejo crea un personaje entrañable. Un hombre bueno de un humanismo radical. La gente es el sentido de su vida. Es un hombre de una enorme profundidad que se revela como un gran filósofo y también teólogo. Enfrenta la vida con paz y alegría. Es un sabio.
La escritura es directa y ágil. La narración fluye y en la medida que se avanza en la lectura surge el personaje, de manera natural, con todo su humanismo
Hernán Lara Zavala
Editorial Alfaguara
México, 2015
pp. 150