Las crónicas de los viajes que llevaron al científico estadounidense Hiram Bingham a descubrir las ruinas de la ciudadela inca de Machu Picchu en 1911 han sido traducidas por primera vez al castellano por el cardiólogo español José Ignacio Ruíz Martínez, un entusiasta de Perú y del explorador.
En su tiempo libre, Ruiz Martínez ha traducido A través de Sudamérica y La tierra de los incas, dos libros de viajes que narran de primera mano la ruta de Bingham y los numerosos sitios arqueológicos que registró en Perú, más allá de Machu Picchu.
Ruiz Martínez aseguró en una entrevista a la Agencia Efe que, “con todos sus defectos, Bingham hizo mucho por el Perú, porque dio a conocer al mundo una riqueza arquitectónica que un siglo después se está todavía poniendo en valor”.
Para el médico, Bingham es mucho más que Machu Picchu porque, al rastrear la ruta descrita por los españoles en sus crónicas del siglo XVI, también registró otras antiguas ciudades incas como Viycos y Espíritupampa, a la que consideró como Vilcabamba la vieja, la última capital de los incas, reducto final donde se refugió el último inca Túpac Amaru.
De hecho, en La tierra de los incas solo dedicó los dos últimos capítulos del libro a Machu Picchu, “como una especie de anexo, porque él no iba buscando Machu Picchu”, pero lo encontró “casi por casualidad” e inicialmente no le dio “la importancia exagerada” que adquirió más tarde la ciudadela.
“Bingham es un personaje que siempre me ha fascinado. Al fin y al cabo era un profesor universitario, no un militar ni un explorador al uso”, comentó Ruiz Martínez.
El traductor consideró que a Bingham se le debe considerar como un “científico descubridor porque lo que hizo fue dar a conocer al mundo lo que poca gente conocía y ponerlo en valor”.
“Es como Cristóbal Colón y América. América estaba ahí y la conocían lo que vivían en América, pero no la conocían los europeos. Colón descubrió América para los europeos. En el caso de Bingham, este descubrió Machu Picchu para un mundo que lo desconocía, pero no para los que ya lo conocían, aunque eran pocos”, defendió.
Ruiz Martínez aseguró que Bingham no ocultó en sus crónicas que Machu Picchu ya era conocido para los habitantes locales de la época.
“Cuenta muy bien que fue Arteaga quien le subió arriba, a las ruinas, y que había dos familias viviendo y un niño le enseñó todo. Había pintadas con algunos nombres que habían estado ahí”, indicó.
“No oculta absolutamente nada, y también dice que estaba todo hecho un desastre, cubierto de maleza. Había gente que lo conocía pero no le habían dado valor. Él lo que hizo fue ponerlo en valor y darle importancia”, añadió.
Ruiz Martínez afirmó que las dos publicaciones, disponibles en Amazon en formato impreso y digital, revelan detalles sobre la personalidad del estadounidense, al que definió como “un profesor universitario al que no le gustaba darle clases, por lo que le gustaba era aprender”.
“Era un hombre con un gran espíritu de sacrificio, un norteamericano de clase alta, casado con la heredera de la joyería Tiffany’s que tenía muchísimo dinero y renunció a una vida cómoda para meterse en sitios llenos de pulgas, como él cuenta”, contó.
“También debía de tener un gran poder de persuasión porque cuando convence a la Universidad de Yale y a la National Geographic para que financien su expedición no tenía muchos elementos en la mano para convencerles, salvo su intuición de que había cosas por descubrir y que serían interesantes”, agregó.
Ruiz Martínez apuntó que tanto A través de Sudamérica como en La tierra de los incas permiten hacerse una idea de lo que realmente buscaba Bingham en sus viajes.
“Seguramente tenía ambiciones de que su nombre figurase entre los grandes exploradores descubriendo algo importante. Es difícil de asegurarlo pero fácilmente deducible por su historia”, relató.
Ruiz Martínez explicó que su fascinación por Bingham y el Perú viene desde que trabajó como vicepresidente para una farmacéutica francesa, lo que le permitía viajar cada dos semanas y así hacerse con una colección de hasta 600 libros de viajes.
“Me di cuenta que muchos de ellos estaban sin traducir al español, y si lo está, no se encontraban. Pensé que los libros podían traducirse al español, gracias a las facilidades que ofrece ahora Amazon para la autoedición”, explicó.
Su siguiente objetivo será traducir y compilar en otro libro todos los artículos científicos que publicó Bingham en revistas de Estados Unidos y que dan cuenta de muchos más detalles que no aparecen en estas dos publicaciones.