Murió el pasado 15 de los corrientes, antes de antier, en Vancouver, Canadá, una de las ciudades modelo del capitalismo más capitalista del mundo, con más alto índice de calidad de vida.

Estoy hablando de Martha Harnecker (Chile, 1937), la teórica marxista chilena de ancestros austriacos. Se la puede definir como escritora, teórica, socióloga y activista política especialista en marxismo, en especial de una de las columnas vertebrales de la teoría marxista, el materialismo histórico.

Caray, la estudié mucho en la universidad, dos de sus obras, dos libros formaron parte de la bibliografía central de mi carrera: ‘Los conceptos elementales del materialismo histórico’ (Siglo XX editores) y ‘Los cuadernos de educación popular’, de cuya editorial ya no me acuerdo, sudamericana seguramente, y que constituían una colección de cuadernillos didácticos breves, entre comillas de fácil lectura, cuyo objetivo era dar elementos de educación política –adoctrinar- en la ideología marxista a las masas populares para que participaran activamente en procesos de cambio político, fundamentalmente en Chile.

Ya no me recuerdo de estos últimos cuántos habré leído, uno o dos tal vez, no necesariamente en las aulas universitarias, porque estas lecturas se divulgaban más a nivel partidista, por el Partido Comunista, el Mexicano de los Trabajadores y, tal vez, por el Popular Socialista, más tarde seguramente también el Partido Socialista Unificado de México también los difundió a través de sus distintas plataformas de divulgación ideológica.

La cosa es que la Harnecker fue una autora muy difundida. Tan solo ‘Los conceptos elementales del materialismo histórico’ llevaba hasta hace poco la friolera de 66 reediciones. Era un libro de cabecera indispensable para quien tenía intenciones de militar activamente en agrupaciones políticas de izquierda.

La autora marxista chilena últimamente distribuyó su tiempo brindando asesorías a los regímenes de Cuba y de Venezuela, de hecho residía por largas temporadas en la isla y en el país sudamericano, en donde trabajó de manera muy intensa y cercana al comandante Chávez y hasta hace poco con Maduro. Pero por supuesto, a pesar de esas largas estancias, su lugar de residencia permanente era, como ya lo mencioné al principio, Vancouver, Canadá, muy lejos de las formas de vida comunitaria de Cuba y Venezuela.

Aunque me quedaron muy claros algunos de los principales conceptos de su teoría política, soy honesto, me sería difícil explicar en qué consistían, francamente me resultan ahora muy incomprensibles: “Si se da la revolución comunista, se va a dar la verdadera revolución, pues cambiará la organización social toda. No habrá división de clases (por tanto, no habrá una “clase dominante”), el trabajo no será un peso para el obrero (no será explotado, su trabajo será remunerado con respecto al total producido)”. Del capitalismo al socialismo.

Ufff. Cuán inocentes éramos.

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