Apenas el 14 de mayo de presente año, el Senado de la República, aprobaba las reformas a diversos artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para garantizar la paridad de género en los tres órdenes de gobierno y, el 23 de mayo, era ratificado el dictamen en la Cámara de Diputados, siendo enviado a los Congresos locales. Y en los siguientes días dichos Congresos, procedieron a someterlo a su consideración siendo aprobada la reforma una vez cumplido el requisito de ratificación en 21 de ellos como mínimo, por lo que el 5 de Junio el Presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión remitió el oficio a la Secretaría de Gobernación, donde comunica la declaratoria de aprobación que dispone el artículo 135 Constitucional, que dicta el trámite para ser publicado en el Diario Oficial de la Federación para sus efectos correspondientes. De esta manera, hombres y mujeres mexicanos tendrán en adelante, igual representación en los cargos de la administración pública cualquiera que sea el orden de gobierno de que se trate.
Sin duda este hecho viene a ser el mayor logro que las mexicanas han podido obtener en materia política en el presente siglo, siendo el resultado de toda una lucha histórica que se emprende desde el siglo XIX, intensificándose durante el siglo XX y consolidándose en la segunda década del siglo XXI. Distinguiéndose en este recorrido, el valor y trabajo de las mexicanas en lo general, pero en lo particular de las mujeres del Partido Revolucionario Institucional , a quienes se les debe reconocer el mérito, por lo mucho que han tenido que ver en este proceso, especialmente en el impulso de la cuota de género y finalmente de la paridad. Y para muestra un botón.
Primero entendamos qué es la cuota de género. Es una acción afirmativa que busca remediar una situación de discriminación y de subrepresentación de la que es objeto la mujer frente al varón. Es una norma contenida en las Constituciones de los países y en sus leyes electorales, que busca que los partidos políticos postulen a candidatos de ambos sexos en una situación de equilibrio, tanto como las mismas características de la sociedad lo determinen. Estas cuotas, han generado cambios serios en la democracia de los países que lo aceptan y en el caso México, han sido muchos años de lucha para ganar las mujeres el respeto que merecen a aspirar en igualdad de condiciones a los cargos de elección popular y en la administración pública.
La paridad, de acuerdo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es un principio constitucional que tiene como finalidad la igualdad sustantiva entre los sexos, que adopta nuestro país como parte de los compromisos internacionales que ha adquirido con el objeto de que los derechos político-electorales de las y los ciudadanos se ejerzan en condiciones de igualdad. Es una medida permanente para lograr la inclusión de mujeres en los espacios de decisión pública.
Pero el logro de la paridad, que hoy es ya una realidad en el país, es el resultado de la participación de las mujeres en la política mexicana y del impulso que ellas realizaron al incorporar a este proceso la cuota de género, que queda como el más valioso antecedente para su consecución. En base a mis estudios, esta evolución la podemos dividir, en 6 grandes etapas históricas:
Etapa 1.-El despertar de las mexicanas y el sufragismo.
Esta primera etapa sintetiza acontecimientos importantes de la historia de la participación política de las mujeres y se puede dividir en tres fases:
Primera fase. Que define el despertar de las mexicanas motivadas por los movimientos feministas del mundo y las primeras formas de participación,-aun no de forma organizada-, siendo el inicio de la toma de consciencia de reconocerse en su valor personal y salir del ámbito privado al público. Esta etapa incluye también el nacimiento del sufragismo –de manera insipiente a finales del siglo XIX–, pasando por los movimientos socialistas del sureste (1916-1924) que permite que surjan las primeras mujeres en ocupar posiciones políticas: en un cabildo (regidora) en el Ayuntamiento de Mérida, Yuc., y en su Congreso Local. El primer caso, corresponde a Rosa Torre G. que es obligada a renunciar en breve y el segundo, a Elvia Carrillo Puerto, misma que triunfa, pero se le desconoce ese logro.
Segunda fase. Que coincide con el fortalecimiento de los movimientos sufragistas de inicios del siglo XX en el mundo y el país, pasando por el Constituyente de Querétaro en 1917 con la demanda del sufragio por parte de Hermila Galindo de Topete, mismo que es negado a las mexicanas; y continuar en el tiempo, hasta el nacimiento del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, en donde sus mujeres, se esfuerzan por ganarse un lugar dentro de las filas de su partido.
Ello fructifica en1934 al formarse el sector femenil del PNR (1929-1938), y las mujeres lo perciben como la mejor oportunidad para impulsar sus causas y lograr aprendizajes que habrán de aprovechar en adelante. A partir de ello, la historia permite que en 1936 se logre la primera Presidenta Municipal en el país y en Latinoamérica, Aurora Meza Andraca (Chilpancingo Gro. (1936) y la primera Diputada Local electa por el distrito de León Gto., Soledad Orozco de Ávila en 1937. A esta última finalmente se le desconoce el triunfo.
Tercera fase. Que llevó a las mujeres del PRM (1938-1946), a trabajar durante décadas intensamente al interior de su partido y con el nacimiento de PRI (1946) apuntalar el objetivo de conseguir los derechos políticos plenos, lográndolo primero a nivel municipal el 12 de febrero de 1947 en el gobierno de Miguel Alemán Valdés Presidente de México y en 1953 el 17 de octubre, la consecución del voto universal para las mexicanas, que promoviera el Presidente Adolfo Ruiz Cortines. Hecho en el que las priistas tuvieron una participación directa en el convencimiento y la estrategia para lograrlo.
Etapa 2.-Las primeras congresistas y el logro de la igualdad jurídica entre hombres y mujeres mexicanos.
Define esta segunda etapa los acontecimientos de las décadas de los 50s, 60s y 70s del siglo XX, en que se ve fortalecida la presencia de agrupaciones feministas independientes que hacen lo propio y la lucha de las mujeres del PRI para lograr avanzar en las posiciones legislativas, siendo el resultado de la participación comprometida de su organización femenil y la contribución de éstas a los triunfos de su partido. Surgen en esta etapa, la primera Diputada Federal en la XLII legislatura en 1952, Aurora Jiménez de Palacios por Baja California y las primeras diputadas federales de la legislatura XLIII, triunfadoras de la elección de1955 en donde por primera vez votaron las mexicanas, siendo: Remedios Albertina Ezeta, Margarita García Flores y Margarita Ursua Flores, por los Estados de México, Nuevo León y Jalisco. Así mismo, las primeras Senadoras de la República en 1964, María Lavalle Urbina y Alicia Arellano Tapia (XLVI-XLVII legislatura).
Pero faltaba elevarse a rango constitucional la igualdad y es en 1974, en el gobierno del Presidente Luis Echeverría Álvarez, que se logra la reforma al artículo 4º Constitucional que contempla: “la igualdad jurídica entre hombres y mujeres mexicanos”. Esta etapa culmina con broche de oro, con el triunfo de la primera mujer que ocupa un cargo de Gobernadora por el PRI, Griselda Álvarez Ponce de León (1979-1985) en el Estado de Colima, siendo la primera en el país. A partir de ese hecho surgen en las siguientes décadas nuevas gobernadoras en el país: Por el PRI: en el Estado de Tlaxcala con Beatriz Paredes Rangel (1987-1992), en Yucatán, con Dulce María Sauri Riancho (1991-1994) e Ivonne Ortega Pacheco (2007-2013) y Claudia Pavlovich Arellano (2015-2021) por el Estado de Sonora. Por el PRD: Amalia García Medina (2004-2010) por el Estado de Zacatecas, Rosario Robles Berlanga primera Jefa de Gobierno del entonces Distrito Federal (1999-2000) en sustitución de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y por el Partido Morena hoy Claudia Sheinbaum Pardo, como primera Jefa de Gobierno electa en la Ciudad de México para el período 2018-2024.
Etapa 3.-Las mexicanas y los resolutivos de las Asambleas internacionales y en las políticas públicas nacionales.
Esta tercera etapa explica el reaccionar de los gobiernos de la República, para generar las primeras políticas públicas de impulso a las mujeres al desarrollo. Y en ese aspecto, mucho han tenido que ver los avances de las mexicanas basados en los resolutivos internacionales. A mediados de la década de los 70s, México es distinguido como organizador de la Primera Conferencia Mundial sobre la condición jurídica y social de la Mujer (1975), y consecuentemente las mexicanas se involucran en el contexto de los resolutivos que emanan de dichas instancias internacionales. A partir de este hecho surgen las primeras políticas públicas nacionales en el tema de mujeres.
En 1981 se crea el Programa Nacional de integración de la Mujer al Desarrollo, dependiente del Consejo Nacional del Población (CONAPO) y de 1983 hasta 1988, los Planes de Acción de México para integrarlas plenamente. De 1988 a 1994, se fortalecen las acciones con el Programa de Mujeres en Solidaridad como eje rector de las políticas públicas gubernamentales para lograr su empoderamiento en materia económica, cultural y social. En1995, se alcanza otro gran logro la creación del Programa Nacional de la Mujer (PRONAM) independiente de la CONAPO con Dulce María Sauri Riancho al frente. Como se observa este esfuerzo de décadas, fue el antecedente para que en el año 2000 se creara el Instituto Nacional de la Mujer en el gobierno de Vicente Fox. A partir de ese momento se empieza a generalizar la creación de los Institutos estatales y municipales en el país.
Etapa 4.-Nacen las cuotas de género.
Continuará.